PROBLEMAS DE DISCIPLINA MÁS COMUNES EN LA ESCUELA
De las visitas a las escuelas y de la atención de estudiantes con dificultades de comportamiento, se conoce que los problemas más comunes a los que se enfrentan los maestros y profesores son la violencia, las actitudes desafiantes, la conducta vandálica, el acoso sexual, los robos de material escolar o de pertenencias ajenas, el desorden y relajamiento de la disciplina durante las clases, el hostigamiento a compañeros y la irresponsabilidad. Cada una de estas conductas o actitudes merece que le dediquemos unos comentarios.
La hiperactividad
El niño hiperactivo es aquel que exhibe un grado de inquietud motora mayor de lo que se espera para su edad, física o mental, y que por lo general carece de la capacidad de mantener la atención hacia un estímulo, lección o tarea. Otra rasgo común acompañante es el poco control de impulsos. La hiperactividad es en muchos niños de tipo constitucional, es decir, es una característica de la forma de ser de la persona condicionada por su dotación genética. En otros casos puede estar relacionada con alteraciones de la fisiología cerebral ocasionadas por problemas durante la gestación, el parto o en los primeros años de la vida.
Síntomas de hiperactividad son:
• Distracción y escasa concentración.
• No acabar las tareas.
• Demorar mucho con las tareas o el estudio.
• Olvidar dónde están los útiles escolares.
• No seguir instrucciones.
• Atender a estímulos insignificantes en detrimento de los importantes.
• Hablar demasiado.
• No poder esperar.
• Interrumpir frecuentemente.
• Atropellamiento en todo lo que se hace.
• Juegos bruscos y violentos.
• Manipulación descuidada de los objetos y destrucción de los mismos.
• Poca o ninguna tolerancia a la frustración.
• Propensión a las rabietas y a la agresión.
• La impulsividad y la incapacidad para aprender a evaluar las situaciones interpersonales los puede convierte en niños muy confrontadores o peleones.
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Un porcentaje alto de niños hiperactivos presentan dificultades del aprendizaje aunque en la gran mayoría su capacidad intelectual es normal o incluso superior al promedio. Suelen ser niños muy rechazados socialmente y por los compañeros, especialmente a medida que van creciendo y su madurez va quedando a la saga de la de los demás. En la familia se les reprende y castiga mucho debido a sus conductas y al rendimiento escolar que no llega a alcanzar los niveles esperados a causa de su poca aplicación al estudio y a su comportamiento errático en el aula. La estadística más conservadora sitúa esta condición en un 3 a 5% de los niños.
La conducta violenta
Con conducta violenta nos referimos a las agresiones físicas habituales en algunos alumnos. El comportamiento agresivo no surge de la nada teniendo siempre unos antecedentes que lo pueden explicar. Empecemos por las condiciones más relacionadas con el surgimiento de la agresión en los jóvenes.
Aprendizaje
La conducta violenta, en una gran cantidad de casos, es aprendida de modelos que el niño tiene en su vida, como los familiares, los personajes de la televisión o el cine y otros miembros de su comunidad. Se da el caso de padres que inducen a sus hijos a imponerse por la fuerza física y a que intimiden a otros. Es una especie de necesidad que tiene el hombre o la mujer machistas de que su hijo sea respetado en base a su poderío físico. Cuando uno de estos padres u otro familiar de más edad le dice a un niño, “si te pegan pega más fuerte” y no se le dan más explicaciones, este puede entender que se debe estar defendiendo de cualquier cosa: Si lo miran interpreta que lo quieren agredir y se adelante a golpear, si lo empujan sin querer o lo golpean suavemente en medio de un juego responde con una agresión sin averiguar si hubo o no intención.
La vivencia de actos violentos o de un patrón de relaciones familiares agresivas, hace que el niño incorpore la agresión como un modo normal de respuesta en sus relaciones con los compañeros de escuela o de juego en el vecindario. El castigo físico repetido de parte de los padres contra el niño le enseña a este que es una forma válida de hacerse respetar, repitiendo a su vez este tipo de actos como una conducta que le permite, no solo imponerse sino elevarle la autoestima por el sentimiento de poder que lo embarga después de amedrentar y someter por la fuerza a los demás.
La subcultura de la violencia que se vive en ciertas barriadas llamadas áreas rojas de las ciudades, es causa de que en las escuelas que están en esas comunidades el nivel de violencia sea más elevado e intenso. Estos vecindarios son verdaderas escuelas de violencia y pandillaje y en ellos el que no es agresivo o no sobrevive o debe aislarse.
Los personajes de las series de televisión y del cine que hacen gala de violencia, con la justificación, en los “buenos” de hacer cumplir la ley o de eliminar a los “malos”, no sufren ningún tipo de consecuencia por matar,
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golpear salvajemente o herir con armas blancas o de fuego a otros. Las consecuencias que se dan en la vida real por cometer actos violentos como arrestos, juicios, condenas, generación de más violencia, en la película no suelen darse o se resuelven de una manera fantasiosa, lo que a los ojos de los niños es una idealización de la violencia. Aquellos niños y jóvenes que por temperamento o por experiencias previas de vida están más predispuestos a la violencia, son los que más responden a estos modelos.
Con a conducta violenta aprendida está relacionada la que exhibe un estudiante con la intención de hacerse el líder del grupo. Son los que liderizan a los demás pero generalmente con una finalidad no constructiva, sino más bien para sentir que es él o ella quien decide qué se hace y qué no se hace, a quien se le acepta y a quien se rechaza, cuando se obedece al maestro o cuando hay que rebelarse, o para llevar a cabo acciones de tipo pandilla en el centro.
Estados de frustración
La frustración es la pérdida de algo que se esperaba o se deseaba, o la insatisfacción de una necesidad. Todas las personas nos frustramos en algunos momentos cuando algo no sale o no llega como hubiésemos querido. Dependiendo de la importancia que tenga para nuestra vida esa pérdida o insatisfacción, así será la intensidad y la duración del estado de frustración que nos invada. Cuando no se ha podido satisfacer algo muy significativo para nosotros, podamos caer en el abatimiento emocional o la depresión, en la baja autoestima crónica, en la irritabilidad y en la agresividad. De hecho, en muchas personas agresivas, adultas o jóvenes, suele haber una o más frustraciones de tipo afectivo, familiar, matrimonial, laboral, económica, académica o de imagen personal.
En los estudiantes que se muestran agresivos también hay que indagar por las frustraciones que puedan estarlos llevando a ser así. Entre las situaciones que pueden causar un estado de frustración crónica en un niño están:
El abandono afectivo paterno o materno.
El maltrato físico o psicológico de parte de sus padres.
Los fracasos académicos repetidos.
La pérdida física de un familiar querido.
El rechazo o el hostigamiento persistente por parte de los compañeros o de uno o más docentes.
La imposibilidad de llevar un nivel de vida como lo tienen otros.
El abandono o el rechazo de una persona del sexo opuesto en los o las adolescentes.
El padecimiento de una enfermedad crónica o de una deformidad corporal que le impide llevar una vida normal como los demás compañeros
Lesión cerebral
Cuando se afecta la estructura o funcionamiento cerebral debido a trauma, inflamación, tumoración o desequilibrio químico, o más concretamente de
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ciertos neurotransmisores, la persona puede ser propensa a la conducta agresiva. Áreas cerebrales especialmente relacionadas con la agresividad cuando sufren un daño son los lóbulos frontales, el cerebro medio y estructuras como el tálamo y el hipotálamo. Unas veces la conducta agresiva es por un exceso de estimulación de estas últimas áreas, y otras porque se produce una disminución o eliminación de los mecanismos de control o inhibición de las tendencias agresivas. Este tipo de conducta violenta suele darse en niños o jóvenes estudiantes que antes de sufrir la lesión no acostumbraban a comportarse en forma agresiva. La epilepsia que se genera en focos situados en las estructuras del cerebro medio relacionadas con la conducta agresiva o en el lóbulo temporal, como es el caso de las llamadas epilepsias psicomotoras, pueden también acompañarse de conductas agresivas.
Desinhibición de impulsos
Relacionado con lo anterior está la conducta agresiva que se da por falta de control de impulsos y baja tolerancia a las frustraciones en personas que, ya desde el nacimiento vienen con una afectación cerebral como es el caso de los retardados y autistas graves. Pero también en niños que han sido criados con mucho consentimiento, que no están acostumbrados a tolerar frustraciones o negativas, que siempre quieren salirse con las suya, pueden funcionar este tipo de agresividad por falta de control de impulsos. Algo similar sucede con los niños hiperactivos, quienes suelen ser muy inmaduros en relación a su edad cronológica aunque tengan una capacidad intelectual normal. La impulsividad en todos estos casos impide al niño el proceso de análisis de cada situación y la capacidad de poder esperar.
Conducta delictiva
El alumno o alumna acostumbrados en su medio ambiente a la delincuencia, que incluye tanto el robo con o sin asalto a las personas, como el consumo y/o venta de drogas ilícitas, se puede mostrar violento en el centro escolar si está bajo el efecto de estas últimas, así como cuando para comprarlas o para satisfacer otra necesidad, intenta someter a otro estudiante con el fin de robarle. Se da con cierta frecuencia en las escuelas de comunidades consideradas como rojas o a las que asisten alumnos provenientes de ellas, que se robe a los demás haciendo uso de la agresión física o de la intimidación. En este caso se amenaza a la víctima de hacerlo herir o matar cuando se le vea por la comunidad. No es raro en estos días que jóvenes de ambos sexos lleven armas a la escuela con el fin de herir a otros con quienes han tenido conflictos. Generalmente son adolescentes que tienen alguno o más de los antecedentes que hemos comentado.
El hostigamiento
Nos referimos a molestar a alguien o burlarse de él insistentemente poniéndole sobrenombres y de otras maneras. En nuestro medio se califica al estudiante víctima de hostigamiento del grupo de “el congo del salón”. El hostigamiento o acoso hacia un alumno puede desembocar en agresiones físicas o incluso sexuales. Se toma como víctima casi siempre al estudiante
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tímido, inseguro, con pocas habilidades sociales o con alguna diferencia física o cultural. Otras veces es una alumna que es rechazada por las de su propio sexo a la que se acosa.
Las víctimas de hostigamiento sufren emocionalmente llegando muchas veces a la depresión, a la negativa a ir a la escuela o a solicitar que se le cambie a otra. Algunos de los jóvenes que han protagonizado matanzas en las escuelas en países como EE.UU., eran estudiantes que habían sufrido situaciones similares. Se victimiza a otros porque:
Se le convierte en el chivo expiatorio de las frustraciones de uno o más del grupo quienes inducen a otros al acoso.
Es la manera de canalizar energías destructivas que no se pueden dirigir contra los padres o los docentes.
No se han desarrollado una conciencia de lo que significa el respeto a las diferencias.
La conducta impertinente
Impertinente según nuestro diccionario es lo que no viene al caso, o que molesta de palabra o de obra. Aquí aplicamos el adjetivo a la conducta en la escuela que se caracteriza por el desorden durante las clases, el no atender por estar molestando a los demás, haciendo bromas, etc. Todas conductas que no son pertinentes con los objetivos de la clase. Es habitual en estudiantes con
Bajo rendimiento académico
Dificultades de comprensión
Inmadurez emocional
Atención deficiente
Necesidad de llamar la atención
La intención de dificultar la labor de enseñanza y aprendizaje.
Es el alumno que hace ruidos innecesarios, se levanta para molestar a otros, hace comentarios fuera de tono o sin ninguna relación con lo que se está tratando, se pone a cantar o a silbar, se tira al piso o se quita los zapatos o parte del uniforme, gesticula o se convierte en el payaso del grupo.
Las actitudes desafiantes
El alumno desafiante es aquel que reiteradamente se niega a colaborar o a seguir instrucciones que se le dan. Está constantemente poniendo a prueba la paciencia del docente o del director del centro con su actitud oposicionista. No se trata del alumno que se siente con el derecho de defenderse de una injusticia, o de negarse a hacer algo que considera humillante para él. Su rebeldía se apoya en un argumento i legítimo, obedeciendo más a una actitud irresponsable y negativa. La actitud desafiante está asociada muchas veces a la conducta agresiva, en parte porque suelen ser coexistentes en un mismo estudiante, y en parte porque el reto que le plantea al educador suele acabar en un forcejeo de intensidad creciente entre ambos. Es habitual que se de más en jóvenes que tratan siempre de perturbar la clase. Aunque es más
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común entre estudiantes de secundaria, no por eso deja de verse en algunos chicos de primaria, incluso de los primeros niveles. Antecedentes relacionados con esta clase de actitudes son:
Crianza con exceso de permisividad o consentimiento. Son niños acostumbrados a imponerse para conseguir lo que quieren en sus casas y a no tener límites. Provienen de familias en las que la disciplina está ausente o es deficiente.
Estudiantes a quienes hay que llamar muy a menudo la atención por sus conductas perturbadoras o impertinentes.
Jóvenes con fama de líderes en el sentido que explicábamos antes al comentar la conducta agresiva, que deben dar antes los demás una imagen de irrespeto a la autoridad del profesor. Ceder ante este significaría ser débil.
Adolescentes que viven confrontaciones reiteradas con sus padres, especialmente con el padre más que con la madre. El profesor ocupa en este caso el lugar del padre al que se odia o contra el cual se defiende el joven.
La conducta vandálica
El vandalismo es el espíritu de destrucción que no respeta cosa alguna, sagrada ni profana (Diccionario de la Lengua Española), y proviene de las destrucciones propias de los vándalos, uno de los pueblos que procedentes del norte de Europa invadieron al imperio romano llegando hasta las costas de África. En las escuelas públicas se dan actos vandálicos por parte de sus propios estudiantes. Se dañan a propósito puertas, ventanas, computadoras, sanitarios, bancas, y todo lo que se pueda destruir. El vandalismo escolar puede ser una manera de:
Vengarse de la escuela los estudiantes que tienen muchos fracasos académicos.
Una venganza por haber sido castigado por un docente o por el director del centro.
Hacer daño a los compañeros que sí están interesados en estudiar y ganar buenas calificaciones.
Vanagloriarse ante otros jóvenes, dentro y fuera de la escuela, de tales acciones, lo que suele ser un intento de lograr aprecio en adolescentes con una imagen pobre de sí mismo.
Una forma de vengarse de los padres al tener que ocuparse estos de pagar los daños producidos.
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Un hecho premeditado con el fin de lograr la expulsión de la escuela a la que se odia.
Un acto impulsivo por una frustración reciente de tipo académico o social.
Un acto impulsivo e imprudente solamente por juego o broma para hacer reír a los demás compañeros.
El alumno que roba
Tomar cosas ajenas sin permiso con el propósito de apropiárselas, es un hecho que se da con cierta frecuencia en las escuelas y en todo lugar donde se congregan muchos niños. Es raro que estos hurtos o robos sean causados por una tendencia patológica que se conoce como cleptomanía y que es de muy difícil tratamiento. Generalmente los robos en las escuelas se deben a causas menos graves y más relacionadas con otros aspectos de la vida del estudiante. Se suele robar a otros estudiantes o a los maestros, útiles escolares, lápices o plumas, juguetes, prendas de las niñas, relojes, dinero, artículos de moda como calcamonías, figuritas de colección, etc. La razón de estas conductas hay que buscarlas en:
Necesidades afectivas no resueltas. El tomar algo que no se tiene puede compensar en cierta manera ese vacío.
Necesidades materiales (se roba lo que no se puede comprar o para venderlo y obtener dinero.
Deseos de llamar la atención de los padres, de los maestros.
Interés de ganar la estima de los demás niños: Si se roba dinero, se puede repartir entre los amigos o comprar cosas para ellos en la tienda de la escuela.
Intención de causar un perjuicio a un compañero al cual se quiere mal, ya sea porque se le envidia, o porque se está siempre en conflictos con él o ella.
El acoso sexual
La conducta de acoso sexual en las escuelas tampoco es infrecuente. La protagoniza un solo estudiante o un grupo de ellos en detrimento de una alumna o de un alumno sin la capacidad de defenderse. Suelen también ser víctimas en este sentido estudiantes con tendencia afeminada, con o sin su consentimiento. Puede darse como una broma pesada en la que se acorrala a una niña para levantarle la falda o bajarla la ropa interior; besarla a la fuerza; tocar las nalgas o sus genitales a otros alumnos o alumnas; o intentos serios de violación dentro de un baño o en un lugar apartado de la escuela. Contrariamente a lo que se pueda creer, pasa tanto en la escuela secundaria como en la primaria. ¿Qué puede llevar a algunos estudiantes a cometer este tipo de ataques a otros compañeros o compañeras? La tendencia común es la de culpar a los medios de comunicación (televisión, revistas y películas
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pornográficas), pero estos no podrían ser la causa de el acoso sexual entre escolares si no se dan otras situaciones familiares y personales. Estas situaciones pueden ser:
No haber desarrollado la conciencia del respeto a los demás.
La presión de grupo, liderizado por algún estudiante insensato.
Experiencias de abuso sexual en niños de primaria.
Vida familiar promiscua en barrios donde la pobreza obliga a vivir en ambientes muy reducidos, en los que adultos y niños comparten dormitorio o camas.
Experiencias sexuales prematuras inducidas por otros muchachos o adultos del vecindario.
Influencia de lo que se ve en la televisión, revistas y películas pornográficas en niños o adolescentes que cuentan entre sus antecedentes alguno de los citados más arriba.
El incumplimiento de deberes
La indisciplina se manifiesta a menudo por una tendencia marcada a la negligencia hacia los deberes escolares, especialmente académicos. Es el alumno que no lleva tareas a la casa, que no entrega trabajos, que no estudia o lo hace muy superficialmente y con desgano, que no tiene orden en sus útiles escolares ni en su forma de trabajar. Es el alumno desmotivado para todo lo que sea esfuerzo académico. Como consecuencia de este abandono sus calificaciones siempre están en niveles de fracaso o en los límites, lo que los lleva a repetir grados.
La desmotivación de estos alumnos tiene causas variadas siendo las más comunes:
Dificultades para el aprendizaje Experiencias previas de malos resultados académicos Deficiencias en las habilidades de estudio Bajo estado anímico o depresión Interés centrado en otros temas o actividades no relacionadas con lo que se hace o estudia en la escuela. Docentes poco motivadores. Rechazo a la escuela por experiencias negativas en ella, sobre todo con el personal educativo. Falta de apoyo y motivación por parte de los padres.
Las conductas perturbadoras que hemos descrito pueden darse solas o combinadas en un mismo estudiante con el predominio de una de ellas.
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