OTROS ESTUDIOS SOBRE EL TEMA
Strauss MA. “Beaten the devil out of them”. Lexington Books, New York,1994.
En este libro el autor describe los resultados de una amplia y cuidadosa investigación a
nivel nacional en los Estados Unidos. Estos se resumen así:
Los adultos cuyos padres los golpeaban cuando eran adolescentes, eran más
propensos a la depresión y a tener más pensamientos sobre suicidio que aquellos que
tuvieron esas experiencias.
Mientras más castigado físicamente fue una persona en su adolescencia, mayor era su
tendencia de abusar físicamente de sus propios hijos.
Los niños cuyos padres castigaban corporalmente, tenían el doble de probabilidad de
atacar a un hermano o hermana que los niños cuyos padres no los golpeaban.
Los adultos que recibieron muchos castigos físicos en sus años de adolescencia, eran
más proclives a la violencia de género.
Los niños cuyos padres castigaban corporalmente, mostraban más tendencia a robar,
a asaltar a otros y a la delincuencia en general que los niños cuyos padres no los
golpeaban.
Los estados de la Unión Americana que permitían a sus maestros pegar a los
alumnos, presentaban una tasa más alta de violencia estudiantil y de crímenes
Con la mayor frecuencia de castigo corporal en la niñez y adolescencia, más
posibilidad de conductas masoquistas en la vida adulta.
A más agresiones de parte de los padres a un joven, menos posibilidad de éxito
económico en la vida.
Straus MA, Kantor GK. “Family Reseacrh Laboratory de la Universidad de New Hampshire.
1994
Un estudio en una amplia muestra nacional de adultos en los Estados Unidos, encontró que
casi la mitad de dijeron haber sido castigados corporalmente su adolescencia. El análisis, que
se realizó controlando las variables que podrían influir en los resultados (como la condición
socioeconómica), demostró que los niños que han sufrido castigos de tal naturaleza, tienen un
mayor riesgo en la vida adulta de presentar síntomas depresivos, pensamientos suicidas,
abuso de alcohol, abuso de niños y maltrato físico a la esposa.
Carey TA. Anglican Church Grammar School, Brisbane, Queensland, Australia. 1994
Se examinó la validez el proverbio bíblico “Spare the rod and spoil the child” comparándolo
con su versión moderna; se consideró la definición de castigo y las diferencias entre castigo y
castigo corporal. El castigo se exploró con detalle atendiendo al criterio que se debe satisfacer
para que sea efectivo. Se indica que los efectos negativos son significativos y se relacionan con
problemas sociales como la delincuencia juvenil y la violencia.
Whipple EE, Richey CA. School of Social Work, Michigan State University. 1997
Con el objetivo de diferenciar mejor entre disciplina física, castigo corporal y abuso físico de
niños, se revisó la literatura americana sobre el tema, primero sobre dimensiones como
severidad, intención y efectos en el niño; segundo, sobre factores claves de tipo contextual o
ambiental asociados empíricamente con altas tasas de conducta violenta en familias; tercero,
se manejaron datos normativos sobre frecuencia de azotes, nalgadas u otros tipos de castigos
corporales para discriminar mejor patrones de disciplina física entre padres abusivos y no
abusivos. Cinco artículos que satisfacían los criterios de búsqueda, revelaron que los padres
abusivos utilizaban más estas clases de castigos con sus hijos que los considerados no
abusivos. Los resultados de la pesquisa sugieren que la “exposición relativa” al castigo físico
(nalgadas, correazos, etc.), puede constituir un riesgo adicional para el abuso cuando se
consideran otros indicadores conocidos de riesgo.
Straus MA, Sugarman DB, Giles-Sims J. Family Research Laboratory, University of New
Hampshire, Durham, USA. 1997
Se recogió información de entrevista a una muestra de 807 madres de niños entre 6 y 9
años. Se utilizó el análisis de la varianza para probar la hipótesis de que cuando los padres
aplican el castigo corporal para corregir las conductas antisociales, se incrementa la frecuencia
de aparición subsiguiente de éstas. El análisis controló el nivel inicial de conducta antisocial de
los niños, el estatus socioeconómico de la familia, el sexo del niño y la capacidad de la familia
para darles apoyo emocional y estimulación cognitiva. Los resultados mostraron que el 44% de
las madres había golpeado a sus hijos durante la semana previa al estudio y lo habían hecho
en un promedio de 2.1 veces a la semana. Se vio que mientras más frecuente el castigo físico
al inicio del período del estudio, más alto fue el nivel de conductas antisociales dos años
después. El efecto citado no parece haberse debido a tendencias de los niños a estas
conductas, o a deficiencias de los padres en otros aspectos importantes de la socialización ya
que dichas variables estuvieron controladas. Se concluyó que cuando los padres usan el
castigo corporal para eliminar o reducir conductas antisociales de los hijos, el efecto a largo
plazo es el opuesto, y que si los padres remplazan los azotes u otros modos de castigo físico
por modos no violentos para disciplinar, se reduce el riesgo de conductas antisociales en los
niños y por tanto el nivel de violencia en la sociedad americana.
Fergusson DM y Lynskey MT. Departmento de Medicina Psocplógica de la Christchurch
School of Medicine, New Zealand.
Se completó un a estudio longitudinal de 18 años con 1265 niños nacidos en Nueva
Zelanda. Los jóvenes que reportaron tener experiencias de tratos duros o abusivos durante la
niñez, tenían tasas más altas de abuso de sustancias, ofensas juveniles y problemas de salud
mental.
Brenner V, Fox RA. Department of Counseling and Educational Psychology, Marquette
University, Milwaukee, WI, USA. 1998
Se investigó la relación entre prácticas parentales y problemas de conducta en niños
pequeños mediante el cuestionario Parent Behavior Checklist. Los resultados revelaron que el
uso por parte de los padres del castigo verbal y corporal fue un potente indicador de futuros
reportes de problemas de conducta, dando cuenta del 20% de la varianza total y 13% de la
varianza única.
Straus MA, Mouradian VE. Family Research Laboratory, University of New Hampshire,
USA. 1998
Se estudió la validez de la hipótesis de que el castigo corporal como bofetadas, nalgadas y
otras formas del mismo, para corregir las malas conductas de los niños, se asocia con
conducta antisocial e impulsividad. Los datos obtenidos mediante entrevistas en una muestra
de 933 madres de niños entre 2 y 14 años en dos pequeñas ciudades norteamericanas, fueron
sometidos a análisis de varianza resultando que, mientras mayor era la experiencia del niño de
haber sido castigado físicamente, mayor la tendencia a involucrarse en comportamientos
antisociales y a ser impulsivos. En el estudio se controlaron otras variables que pudieran haber
influido como el estatus socioeconómico de la familia, la edad y el sexo de los niños, el nivel de
intervenciones disciplinarias no física de parte de la madre y otros. En vista del hecho de que
existe un riesgo alto de perder el control cuando los padres castigan físicamente, incluso en
padres que usualmente no son impulsivos, y de que la impulsividad está estrechamente ligada
a problemas de conducta en los niños, los resultados de la investigación sugieren que los
castigos corporales son una factor de riesgo importante en el desarrollo de patrones impulsivos
u de conductas antisociales, las cuales a su vez pueden contribuir a incrementar los índices de
violencia y crimen en la sociedad.
Gershoff ET. Columbia University, USA, 2002.
Un estudio meta-analítico que combinó 62 años de investigaciones sobre castigos
corporales, encontró que el único resultado positivo de estos castigos fue la obediencia
inmediata, aunque esta obediencia disminuía con el tiempo. El castigo corporal, por otra parte,
se relacionó con nueve tipos de consecuencias negativas que incluían tasas altas de agresión,
delincuencia, problemas de salud mental, trastornos en las relaciones con los padres y la
posibilidad de una escalada de la agresión conducente a un mayor nivel de abuso.
Lau JT, Chan KK, Lam PK, Choi PY, Lai KY. Center for Clinical Trials and Epidemiological
Research, Prince of Wales Hospital, The Chinese University of Hong Kong. 2003
La investigación mediante un cuestionario que se pasó a 489 estudiantes de escuela
secundaria en 10 centros escolares de Hong Kong, llevó a la conclusión de que algunas formas
de maltrato físico en la familia como golpear sin razón y hacerlo hasta causar lesiones, está
asociado con diferentes tipos de problemas psiquiátricos y psicológicos.
Grogan-Kaylor A. School of Social Work, 1080 South University Avenue, University of
Michigan. 2005
Se analizaron datos procedentes de un estudio en 6,912 niños utilizando modelos
jerárquicos lineales. Los hallazgos sugieren que el castigo corporal tiene relación con
conductas antisociales iniciales de los niños y con cambios subsiguientes en ésta. No se
encontró evidencias de diferencias de estos efectos en las diferentes razas.
Lau JT, Kim JH, Tsui HY, Cheung A, Lau M, Yu A. Centre for Epidemiology and
Biostatistics, School of Public Health, Faculty of Medicine, The Chinese University of Hong
Kong. 2005
En una encuesta anónima a 95,788 estudiantes de secundaria en Hong Kong, los
adolescentes que habían sido castigados físicamente, eran más propensos a ser consumidores
de alcohol, tabaco, sustancias psicoactivas o heroína.
Gentile DA, Stone W. Departamento de Psicología, Iowa State University.
La investigación revisó la literatura sobre los efectos de los video juegos en niños y
adolescentes, se confirma la hipótesis de que los video juegos violentos se correlacionan con
efectos agresivos, estados de alerta (“arousal”) psicofisiológicos, pensamientos y conductas
agresivas
DuRant RH, Champion H, Wolfson M. Departmento de Pediatría, Brenner Children's
Hospital, Winston-Salem, North Carolina, USA. 2006
El propósito del estudio fue estudiar la relación entre conductas agresivas y ver
espectáculos de lucha libre por parte de jóvenes de secundaria. Tanto para los hombres como
para las mujeres, la frecuencia con la que veían lucha libre en televisión fue mayor entre
aquellos que peleaban con sus compañeros o compañeras de cita cuando estaban implicados
el alcohol u otras drogas, portar armas de fuego o peleas en otras circunstancias, siendo esta
asociación más fuerte entre las mujeres.
Afifi TO, Brownridge DA, Cox BJ, Sareen J. Departamento de Ciencias de la Salud
Comunitaria de la Universidad de Manitota, Winnipeg, Canadá
El castigo físico se asoció a un incremento de depresión mayor, abuso y dependencia de
alcohol, y otros problemas conductuales o mentales.
Simons LG, Burt CH, Simons RL. Department of Child and Family Development, University
of Georgia, USA. 2008
En una muestra de 760 alumnos varones universitarios, se halló que los castigos corporales
y las relaciones conflictivas con los padres producen propensión a orientaciones antisociales de
forma general, a actitudes sexuales permisivas y a creer que la violencia es un componente
legítimo de las relaciones románticas.
De Zoysa P, Newcombe PA, Rajapakse L. Departments of Psychological Medicine, Faculty
of Medicine, University of Colombo, Australia. 2008
En una muestra de 1226 niños de 12 años, se reveló que el haber sufrido castigos físicos
moderados se asoció significativamente con desajustes psicológicos. La asociación aumentó
cuando los niños eran testigos o experimentaban violencia de otras personas como
domésticas, maestros y compañeros.
Ybarra ML, Diener-West M, Markow D, Leaf PJ, Hamburger M, Boxer P. Internet Solutions
for Kids de Santa Ana, California. 2008
Se examinó la asociación entre violencia en los medios y las manifestaciones de conducta
violenta de niños y adolescentes. La muestra consistió en 1588 jóvenes entre 10 y 15 años que
habían usado la Internet al menos una vez en los últimos 6 meses. La conclusión del estudio es
que la violencia en los medios, en este caso, la Internet, se asoció con comportamientos
también violentos en los jóvenes.
Perrin RD, Kocur JL. Pepperdine University, Social Science Division, Malibu, CA. 2009
El estudio se realizó con una muestra de 298 estudiantes universitarios de 18 a 27 años de
edad. Se aplicaron el the “Brief Symptom Inventory (BSI)”, and the “Parent-Child Conflict
Tactics Scale (CTSPC)” y se trataron los datos con análisis de la varianza y análisis
multivariado de la varianza. Los resultados indicaron que los castigos corporales severos se
asociaron con síntomas psicológicos crónicos. Sin embargo, las agresiones psicológicas fueron
indicadores más fuertes de alteraciones psicológicas futuras.
Abolfotouh MA, El-Bourgy MD, Seif El Din AG, Mehanna AA. High Institute of Public Health,
Alexandria University, Alexandria, Egypt. 2009
Una muestra representativa de 400 niños de quinto grado de primaria y sus madres, se
sometió a estudio con un inventario de autoestima para los primeros y un cuestionario para
valorar las conductas punitivas y estilos disciplinarios de las madres. Un 76.3% de los niños
había sido castigado con golpes, dándose en un 59.3% de ellos estos castigos en un rango de
1 o 2 veces a la semana, hasta más de una vez al día. En 20% de los niños los golpes dejaron
marcas físicas. La autoestima de los niños no se vio afectada en el estudio, pero sí su relación
con sus pares en comparación con los niños no castigados físicamente (z = 2.60, p < 0.05).
Lo
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