CALIGRAFÍA
Conforme el niño tiene más soltura y habilidad manual, es preciso que se le recuerde y ayude a trazar bien las letras. Por ello, además de los ejercicios que le hacen pensar, tiene que realizar prácticas con el objetivo claro de lograr una buena letra. Se seguirán las indicaciones señaladas anteriormente sobre la conveniencia de usar paralelas o papel cuadriculado. Se elegirá el lápiz que ayude al niño a controlar mejor el trazo y a comprobar con facilidad la perfección de sus grafías.
Las láminas de caligrafía se prepararán de una en una, adaptándose a las necesidades que en ese momento tenga el alumno. Conviene poner modelos con sílabas y con palabras de dos sílabas directas. Debajo de cada modelo el alumno hará una fila, copiándolo. Desaconsejamos vivamente que haga varias filas si no tiene justo en la inmediata de arriba un modelo hecho por el profesor. Los niños tienden a mirar la fila anterior. Si ésta la han hecho ellos y, por tanto, no está muy bien, copian algo defectuoso y aún les sale peor.
También desaconsejamos que escriban mucho rato seguido, porque el cansancio puede provocar lo contrario de lo que se pretende. El consejo es que la caligrafía se practique a diario, en varios momentos en los que el niño escriba sólo dos o tres líneas en cada uno de ellos. Aunque es un ejercicio mecánico, conviene tener la habilidad de poner palabras que lee con soltura, porque aprenderá fácilmente su trazado y se facilita así su escritura al dictado y espontánea.
DICTADO. La escritura atenta e inteligente de palabras.
El objetivo de los dictados que se hacen en la etapa inicial es ayudar al niño a transformar el código fonético en código gráfico. Es preciso evocar y transformar los fonemas en grafemas y realizar la compleja acción motora para trazarlos.
Es una actividad bastante difícil para un niño con síndrome de Down, a pesar de que el aprendizaje lector, por reconocimiento global de las palabras, le es ahora de gran ayuda. Al oír las palabras que se le dictan, las evoca mentalmente con facilidad. El trabajo realizado con las sílabas escritas en cartulinas le sirve como recuerdo fonético y visual. Se le dictarán las palabras que lee y conoce muy bien para facilitar su escritura correcta.
Cuando se le dictan las primeras palabras, puede ocurrir que escriba sólo algunas letras, por ejemplo papá queda reducido a aá, paá, apá. Poco a poco va dándose cuenta y hace una escritura más correcta y completa. Por lo comentado anteriormente, él mismo es capaz de desarrollar estrategias que le ayudan a recordar las sílabas que forman parte de las palabras que tiene que escribir. Así, por ejemplo, el niño recuerda durante cierto tiempo que pa es la de papá, y to es la de tomate, y por tanto le sirve para saber cómo debe escribir pato. Después, ni tan siquiera lo piensa porque logra hacerlo de modo automático.
Para facilitarle la tarea, pueden escribirse en la hoja de trabajo, todas las sílabas que va a necesitar. Conviene que estén colocadas en diferente orden al que tiene que usarlas. Cuando el niño sepa qué sílaba necesita e incluso la nombra, puede buscarla y limitarse a copiarla. Poco a poco se deja de poner las sílabas que sabe trazar de memoria y se escriben sólo aquellas que no recuerda bien cómo son y cómo se trazan.
Otra de las actividades propias de esta etapa es la de escribir el nombre de los dibujos que se le presentan en una hoja de papel. A veces se ponen dibujos aislados, de uno en uno, y debajo se preparan las líneas paralelas para que el niño escriba el nombre de cada uno.
Otras veces se puede pegar o dibujar una escena para que el alumno escriba el mayor número posible de nombres de objetos o de acciones que se ven en la escena.
Después el niño escribirá listas de palabras que empiecen por las letras y sílabas que se le indiquen. En el momento en el que el niño muestra estas destrezas incipientes para la escritura, es cuando pueden hacerse algunos ejercicios en los que se combinen las capacidades de leer y de escribir. El objetivo es que el alumno haga uso de sus capacidades de reflexión, de pensamiento y de comprensión lectora junto con su habilidad para escribir.
EJERCICIO 1
Los primeros ejercicios pueden ser los de completar frases escritas en un folio, a las que les falta una palabra que el niño debe pensar y escribir después de leer la frase. Si es preciso se escriben las palabras que faltan para que elija y copie. Pueden ponerse más palabras que las necesarias.
Después no se escriben las palabras-modelo, aunque pueden ponerse dibujos que ayuden al niño a pensar en palabras.
Finalmente no se ponen esas ayudas gráficas para que el niño piense. Se empieza con frases a las que les falta el complemento, después a las que les falta el sujeto y por último frases en las que no se ha escrito el verbo. Se sigue así una secuencia según el grado de dificultad, de un modo semejante al que se hacia con la lectura.
EJERCICIO 2
Se prepara una hoja de trabajo en cuya parte superior se escriben varias palabras. Debajo se ponen 3 columnas con una palabra modelo en cada una de ellas. La palabra realzada pertenece al mismo grupo que algunas de las palabras de la parte superior. El niño tiene que leer todo y copiar las palabras de arriba que correspondan en cada uno de los grupos.
EJERCICIO 3
Se prepara una hoja de trabajo en la que se ponen 3 nombres genéricos para que el alumno escriba debajo de cada uno palabras que designan cosas que pueden pertenecer a ese grupo.
EJERCICIO 4
Otro de los ejercicios apropiado para esta etapa es el de escribir definiciones sencillas o descripciones para que el niño, después de leerlas atentamente y de pensar, sea capaz de escribir el nombre que corresponde a la definición o a la descripción. Evidentemente el profesor pensará previamente qué palabras son las que el niño puede escribir sin dificultad.
EJERCICIO 5
Del mismo modo, se pueden preparar preguntas por escrito, a las que el alumno debe responder escribiendo una palabra. Pueden aprovecharse los textos de lectura para hacer preguntas que muestren el grado de atención, comprensión y memoria que tiene el niño.
También pueden prepararse preguntas-control sobre los temas de las áreas de sociales y naturales que el alumno trabaja en su colegio. Es una actividad que recomendamos para que el alumno puede participar en los controles escritos que se hacen en el aula común, al igual que sus compañeros. Sólo será preciso que el tutor conozca el nivel lector y el de escritura del alumno, para adaptar el contenido del control a las posibilidades reales de recogida de información.
EJERCICIO 6
Por último, el niño debe empezar a rellenar algunos cuestionarios sencillos, con sus propios datos personales y familiares.
Los datos debe aprenderlos de memoria para usarlos en cualquier circunstancia que sea preciso.
Como puede deducirse, aunque en estos momentos el niño tenga pocas habilidades para escribir, se intenta reforzar la lectura y otros conocimientos con la escritura. Así, el niño comprueba personalmente la utilidad de su esfuerzo para escribir bien.
Manteniendo los ejercicios caligráficos, se empieza a trabajar cada vez con más atención los aspectos lingüísticos de la comunicación escrita. Significante y significado estarán presentes en todas las actividades.
ESCRITURA DE FRASES
Para los niños con discapacidad intelectual en general, y para los niños con síndrome de Down en particular, es una tarea difícil la escritura de frases pensadas por ellos mismos. La elaboración de ideas y pensamientos que deben transmitir por escrito de un modo legible (aspecto gráfico) y de un modo inteligible (aspecto lingüístico) es una tarea muy compleja, en la que intervienen funciones mentales que son, precisamente, en las que tienen dificultad.
Para que los niños vayan aprendiendo a hacerlo cada vez mejor, necesitarán ayudas diversas a lo largo del proceso.
En las fases iniciales se puede preguntar al alumno sobre sus experiencias vividas por él recientemente para ayudarle en la creación, pensamiento e ideación de qué puede escribir. Por ejemplo el alumno puede contar qué ha hecho ese día o qué ha comido. Se le ayuda a estructurar una frase sencilla en la que se recoja una idea fundamental. Después se le invita a escribirla.
Otro modo de ayudarle es el de poner dibujos en la hoja de papel. Estas ayudas pueden ser la foto de un objeto o de una escena para que el niño piense una frase que tenga relación con lo que ve. Después el alumno la expresará oralmente. Es posible que la estructura gramatical no sea correcta o incluso que la idea esté un poco confusa y expresada de un modo desordenado. El profesor intervendrá para ayudarle a mejorarla, respetando la idea y contenido de lo que el alumno ha pensado. A continuación, el alumno la escribirá.
Con suficiente práctica el alumno será capaz de escribir frases relacionadas temporalmente por el orden de sucesión de los hechos. Se preparan láminas que representen acciones para que el alumno explique qué sucede. Después escribirá tres frases cortitas.
Conviene trabajar mucho este tipo de actividad porque los alumnos con síndrome de Down tienen dificultades específicas para organizar la explicación de los acontecimientos que se suceden en el tiempo.
Es muy frecuente que frases que se dicen con una longitud de 4 o 5 palabras, queden reducidas a 2 o 3 cuando se escriben. Esto puede deberse tanto a los problemas de memoria secuencial que tienen las personas con síndrome de Down, como a sus dificultades motrices que, de algún modo, inhiben, frenan y reducen su capacidad expresiva cuando tiene que manifestarse por escrito, empujándoles a terminar cuanto antes. Una frase que oralmente «es el niño come la pera», puede quedar escrita «niño pera» o «come pera». Una de las estrategias de intervención preventiva es que la frase pensada y bien elaborada, aunque sea con la ayuda del profesor, la repita dos o tres veces verbalmente. Esto ayuda al niño a retener mayor número de palabras y escribirla sin omitir elementos.
Desde el principio de esta tarea, al igual que se hacía en el aprendizaje de la lectura con la composición de frases, se enseña al alumno a construir frases de 2 o 3 palabras con una estructura correcta por ejemplo: «bebo agua», «veo la tele», «papá lee». Poco a poco escribirá frases más largas y más creativas. Se le ayudará a superar la etapa en la que con un solo verbo comodín construye todas las frases prácticamente iguales. Otras veces puede suceder que emplee siempre el mismo sujeto. La estrategia inicial para evitarlo es ofrecerle, varios verbos, sujetos y complementos escritos en una hoja. El niño debe elegir la combinación que quiera para construir frases distintas, no utilizando más que una vez cada una de las palabras. Este entrenamiento le servirá para escribir frases pensadas por él, sin ayuda, en las que siga la norma de no usar 2 veces el mismo verbo, complemento, o sujeto.
En todas estas actividades se intenta que el alumno piense y elabore lo que va a escribir, por lo que la actitud del profesor ante el resultado caligráfico será tolerante. Como siempre, aconsejamos que se ayude al alumno a avanzar. En el lenguaje escrito es muy probable que siempre se encuentren fallos: en caligrafía, en ortografía, en gramática, etc. Si siempre se le corrige, se le hace repetir, se señalan los fallos, etc., el alumno optará por no seguir. Por tanto, es preciso no agobiarle con correcciones constantes en varios frentes a la vez. Es mejor trabajar en un solo objetivo, para no exigirle demasiado. De este modo hará un progreso específico, que es lo que se valorará en ese momento.
En la etapa del progreso de la escritura veremos cómo intervenciones concretas en cada uno de los aspectos del lenguaje escrito, al final sirven para que se note un gran progreso en todo el conjunto de la comunicación escrita.
COPIAS
Desaconsejamos el ejercicio de copia de frases y textos largos. Es una tarea mecánica de las que llamamos sin sentido. ¿Cuáles son sus inconvenientes?... No es preciso pensar, ni se necesita ejercitar la memoria. Muchos niños copian letra a letra, como dibujando ¡ni tan siquiera retienen una palabra! A nivel de caligrafía puede suceder que el alumno intente escribir el mismo tipo de letra del libro del que copian, que no tiene nada que ver con su propia letra habitual, por lo que tampoco les sirve para mejorarla. Además, si las copias son largas, la letra va siendo cada vez peor.
La única copia que aconsejamos es la de los modelos preparados expresamente para mejorar la letra.
Si al niño le gusta la tarea de escribir, como sucede con frecuencia cuando han adquirido soltura, se le animará a crear, narrar experiencias, escribir un relato que conoce, una carta a un familiar o a un amigo etc. Se le felicitará con entusiasmo cada intento de escribir una frase para decir lo que desea, lo que piensa, lo que sabe.
USO FUNCIONAL DE LA ESCRITURA
La educación de las personas con discapacidad intelectual exige que se emplee mucho tiempo, buenas técnicas educativas, excelentes profesionales y ... ¡mucho sentido común! El alumno, al que se debe ayudar a ser protagonista activo de su propio aprendizaje y de su vida, tiene que comprobar día a día la utilidad de sus esfuerzos. Es preciso que se sienta valorado y estimado, que los demás cuenten con él, que compruebe que progresa, que cuanto aprende y hace le produce bienestar, independencia, autonomía, ese valerse por sí mismo. Todo esto es aplicable a todas las áreas formativas, incluyendo la de la escritura.
En cuanto el niño haya alcanzado los objetivos de esta segunda etapa, se contará con él y sus habilidades para escribir en el hogar y en la escuela. Por ejemplo, puede ser el encargado de anotar la lista de la compra o de los materiales que deben reponerse en la clase, o el encargado de escribir la fecha en la pizarra o el de felicitar a familiares y amigos en cumpleaños y Navidad.
Con todos los problemas de lenguaje que tiene un niño con síndrome de Down, es realmente emocionante el día en que de un modo secuencial y completo: 1) contesta al teléfono; 2) recibe un mensaje que es para otra persona; 3) lo entiende; 4) lo retiene, y 5) lo pone por escrito de forma que lo comprenda el destinatario.
Este ejercicio práctico y funcional y otros parecidos que son de auténtica normalización e integración familiar y social, pueden hacerse desde que el niño es capaz de escribir frases sencillas (¡aunque omita algunos elementos!). No hay duda de que las intervenciones educativas adecuadas son capaces de hacer milagros (Lambert y Rondal, 1982).
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