Autora: MSc.Profesor Auxiliar Niurka Tellez Rodríguez.
Centro de Procedencia: Universidad de Ciencias Pedagógicas ¨Frank país García¨ Departamento de Educación Especial. Santiago de Cuba.
Recibido diciembre 2012 - Aprobado enero 2013
Resumen
El presente artículo contiene reflexiones sobre el proceso de orientación que se genera en torno a los menores con trastornos de la conducta y busca delimitar las debilidades que aún subsisten en el sistema de intervención socioeducativa, en aras de poder erradicarlas o disminuirlas en lo posible.
El presente artículo contiene reflexiones sobre el proceso de orientación que se genera en torno a los menores con trastornos de la conducta y busca delimitar las debilidades que aún subsisten en el sistema de intervención socioeducativa, en aras de poder erradicarlas o disminuirlas en lo posible.
Palabras claves: Educación social, orientación, trastorno de la conducta, prevención socioeducativa.
Title: Brief at on the orientation to prevent behavor disorders in minors
Authr: MSc. and Auxiliary professor Niurka Tellez Rodríguez
Place of Work: University of Pedagogical Sciences “Frank País García” Santiago de Cuba. Department Especial Education. Faculty of Infant Education.
Abstract:
The present article has reflections on the process of orientation that is generated around minors with behavor disorders and search for limits for the weakness that still prevail in the system of socio educational intervention, with the aim of diminish as or eradicate them as possible.
The present article has reflections on the process of orientation that is generated around minors with behavor disorders and search for limits for the weakness that still prevail in the system of socio educational intervention, with the aim of diminish as or eradicate them as possible.
Key words: social educación, orientación, babor desorden, socio-educative prevention socioeducativa.
Introducción.
“La mayoría de los hombres ha pasado dormida sobre la tierra. Comieron y bebieron; pero no supieron de sí. La cruzada se ha de emprender ahora para revelar a los hombres su propia naturaleza, y para darles, con el conocimiento de la ciencia llana y práctica, la independencia personal que fortalece la bondad y fomenta el decoro y el orgullo de ser criatura amable y cosa viviente en el magno universo.(O.C. t. 8 pág. 289).
La realidad actuante se caracteriza por la complejidad de interacción de los agentes socioeducativos, contextos y estructuras sociales. En medio de estas relaciones se aprecia la existencia de numerosos fenómenos que afectan las relaciones e interacciones entre los sujetos, dando lugar a la aparición signos sociales como la modificación de la estructura familiar y económica, la expansión de la tecnología de la información con contenidos poco educativos como la reproducción en los juegos y filmes del maltrato infantil y la violencia escolar, familiar y comunitaria, entre otros. Todo lo cual puede llegar a generar desajustes en el comportamiento social y en los valores de la convivencia y originar los denominados Trastornos de la Conducta. La contemporaneidad advierte la necesidad de desarrollar la prevención socioeducativa de los síntomas diversos de degradación de estas relaciones humanas.
La prevención se ha constituido, desde el siglo pasado, en una preocupación social que ha generado todo el accionar de gobiernos y agrupaciones internacionales en aras de poder establecer un orden de equidad social que facilite la existencia de la raza humana.
A pesar de los esfuerzos realizados, son evidentes los síntomas de deterioro que se reflejan en los diferentes espacios y sectores poblacionales. Los menores son los más vulnerables ellos sufren, en ocasiones, de serios problemas de integración social, de explotación infantil, discriminación sexual o racial, erosión de los valores morales, consumo de sustancias nocivas, de enfermedades, de pérdida de puntos de referencia que tienden a reforzar sentimientos de inseguridad, desconfianza y pesimismo, que suelen ser particularmente peligrosos porque siempre tienden a conductas violentas.
En Cuba, la existencia de un proyecto social humanista ha ejercido sus influencias educativas en la nueva generación, aunque esto no está exento de las señales del deterioro de algunos valores morales. El de educación social debe tener en cuenta las condiciones en que tiene lugar la el hecho educativo y las relaciones que se producen entre los diferentes agentes socioeducativos y el educando, estas relaciones son dial’ecticas, dinámica y diversas Las condiciones objetivas en que transcurre el hecho y el acto educativo, reflejan en nuestro país, algunas debilidades en las relaciones de comunicación entre el educando ( en su acepción mas amplia) y el educador, lo que plantea que a nivel micosocial se preste una mayor atención al proceso de orientación, como base para prevenir los desajustes en la conducta de los menores.
La meta y el objetivo esencial del proceso educación social, es la formación de la personalidad de las generaciones más jóvenes de ciudadanos en correspondencia con el modelo vigente. Con este fin se organiza el sistema de influencias educativas con las que interactúan los sujetos de la educación. Ello presupone la participación activa de los educandos en este proceso, y en especial, la coincidencia entre los objetivos educativos y las aspiraciones personales de los mismos.
“La mayoría de los hombres ha pasado dormida sobre la tierra. Comieron y bebieron; pero no supieron de sí. La cruzada se ha de emprender ahora para revelar a los hombres su propia naturaleza, y para darles, con el conocimiento de la ciencia llana y práctica, la independencia personal que fortalece la bondad y fomenta el decoro y el orgullo de ser criatura amable y cosa viviente en el magno universo.(O.C. t. 8 pág. 289).
La realidad actuante se caracteriza por la complejidad de interacción de los agentes socioeducativos, contextos y estructuras sociales. En medio de estas relaciones se aprecia la existencia de numerosos fenómenos que afectan las relaciones e interacciones entre los sujetos, dando lugar a la aparición signos sociales como la modificación de la estructura familiar y económica, la expansión de la tecnología de la información con contenidos poco educativos como la reproducción en los juegos y filmes del maltrato infantil y la violencia escolar, familiar y comunitaria, entre otros. Todo lo cual puede llegar a generar desajustes en el comportamiento social y en los valores de la convivencia y originar los denominados Trastornos de la Conducta. La contemporaneidad advierte la necesidad de desarrollar la prevención socioeducativa de los síntomas diversos de degradación de estas relaciones humanas.
La prevención se ha constituido, desde el siglo pasado, en una preocupación social que ha generado todo el accionar de gobiernos y agrupaciones internacionales en aras de poder establecer un orden de equidad social que facilite la existencia de la raza humana.
A pesar de los esfuerzos realizados, son evidentes los síntomas de deterioro que se reflejan en los diferentes espacios y sectores poblacionales. Los menores son los más vulnerables ellos sufren, en ocasiones, de serios problemas de integración social, de explotación infantil, discriminación sexual o racial, erosión de los valores morales, consumo de sustancias nocivas, de enfermedades, de pérdida de puntos de referencia que tienden a reforzar sentimientos de inseguridad, desconfianza y pesimismo, que suelen ser particularmente peligrosos porque siempre tienden a conductas violentas.
En Cuba, la existencia de un proyecto social humanista ha ejercido sus influencias educativas en la nueva generación, aunque esto no está exento de las señales del deterioro de algunos valores morales. El de educación social debe tener en cuenta las condiciones en que tiene lugar la el hecho educativo y las relaciones que se producen entre los diferentes agentes socioeducativos y el educando, estas relaciones son dial’ecticas, dinámica y diversas Las condiciones objetivas en que transcurre el hecho y el acto educativo, reflejan en nuestro país, algunas debilidades en las relaciones de comunicación entre el educando ( en su acepción mas amplia) y el educador, lo que plantea que a nivel micosocial se preste una mayor atención al proceso de orientación, como base para prevenir los desajustes en la conducta de los menores.
La meta y el objetivo esencial del proceso educación social, es la formación de la personalidad de las generaciones más jóvenes de ciudadanos en correspondencia con el modelo vigente. Con este fin se organiza el sistema de influencias educativas con las que interactúan los sujetos de la educación. Ello presupone la participación activa de los educandos en este proceso, y en especial, la coincidencia entre los objetivos educativos y las aspiraciones personales de los mismos.
Desarrollo.
Es reconocido en la literatura que el término orientar viene del vocablo latín oriente, la parte donde nace el sol; naciente, este, levante. La orientación no es más que el acto o arte de orientar(se); dirección, guía, regla, tendencia, impulso, inclinación.
La investigadora Suárez Rodríguez y su equipo citan que Tiedeman y Field (I962), Mollen Haver (I965) concibieron a la orientación como un aspecto esencial y complementario del hecho educativo. Al aplicar los postulados Vigotsky acerca de la zona de desarrollo actual y próximo a la comprensión del proceso de formación de la personalidad, el nivel actual alcanzado puede ser ante todo la posibilidad de alcanzar niveles superiores de desarrollo si se logra propiciar el nivel de ayuda necesario.
El papel de la orientación se centra en ayudar a que el sujeto, se conozca a sí mismo, conozca sus limitaciones, así como sus posibilidades de desarrollo, para que alcance las condiciones en su autoeducación.
La orientación significa ayuda y no, la imposición del punto de vista de una persona sobre otra. Para el investigador Claviiño M. ayudar no es suplantar, es “facilitar”, convocar, promover la amplitud del análisis, llamar la atención sobre lo que el sujeto no esta percibiendo, acompañar en una indagación y en una experiencia emocional (que ha de tener un valor correctivo)
No es tomar decisiones por alguien, sino ayudarlo a resolver sus problemas, a desarrollar sus puntos de vista y a responsabilizarse con sus propias decisiones. Su esencia es ayudar al sujeto a conocerse y mejorarse a sí mismo, en relación con el medio en que se desenvuelve.
El Dr.C Torrella, plantea que la orientación debe ser vista como un proceso continuo y dinámico, vital para todos los seres humanos, a fin de prepararlos para la realización eficiente de las “tareas del desarrollo” y prevenir de esta forma la aparición de fallas o problemas en la formación de la personalidad. Pero esto, no se alcanza de forma inmediata, de ahí que la orientación, además de ser un proceso continuo, también sea gradual, se desarrolla de forma progresiva, ya que la persona necesita dominar ciertas acciones antes de estar capacitada para realizar actividades de mayor complejidad y responsabilidad en su vida social. La orientación contempla objetivos de alcance inmediatos y otros mediatos, por eso, ella debe ser sistemática, gradual y continua.
El educando es un ser social y como tal actúa, esto debe tenerse en cuenta para que la orientación contribuya a su incorporación activa al medio y a sus relaciones sociales, las que puedan haber lastimado al sujeto en situaciones complicadas o complejas dentro de su contexto.
No debe olvidarse que las causas de los trastornos de conducta nunca aparecen aisladas, sino que son consecuencia de una serie de factores sociales, psicológicos, fisiológicos y biológicos, que llevan al sujeto a reaccionar y actuar de manera particular. De ahí que la valoración del comportamiento, demanda un cuidadoso estudio de los diferentes factores que influyen en la personalidad del educando para poder prevenir oportunamente la aparición de los trastornos de conducta.
Lo relacionado con los trastornos de la conducta se ha venido trabajando por distintos autores como Vigostky L. S (1977), Grossman G. (1989), Coll C. (1997), en Cuba, Betancourt J. (2002), Tisert D. Y. (2010) entre otros.
En el análisis de las causales de los trastornos de la conducta, es importante investigar la intensidad y la permanencia de los comportamientos del menor; pues es posible que en el medio escolar, familiar y comunitario se refleje alguna situación que provoque un desequilibrio y genere una modificación de la conducta. También puede suceder que esta sea muy intensa y llame poderosamente la atención; esta situación indica la necesidad de aplicar correctos métodos socioeducativos que ayuden a corregir la manifestación inadecuada observada.
Al valorar la conducta de los menores, es preciso revisar las condiciones de organización del entorno socioeducativo; la calidad de la labor educativa desplegada por los docentes y no docentes, el trabajo con las prticularidades del grupo, ya que esto puede favorecer la aparición de algunas dificultades que ocasionen desajustes en el comportamiento del menor.
La Dra Tisert (2010) señaló que el proceso de prevención de los trastornos de la conducta es un proceso de anticipación educativa, estructurado a partir de un sistema de influencias educativas que se planifican para la formación del escolar con problemas conductuales, cuyo fin es evitar los trastornos de la conducta, mediante la atenuación y/o eliminación progresiva de las causas y condiciones que generan o facilitan su aparición y en articulación con la promoción de actitudes conductuales positivas respecto a sí mismo, a los otros y al entorno, …desde un período relativamente temprano en el desarrollo de la personalidad del escolar.
Como se puede apreciar, queda implícita la orientación dentro del proceso de anticipación educativa que se planifica desde todas las aristas que influyen y confluyen en torno a los menores. Si de prevenir se trata esto se debe implementar no solo con el menor con un problema de conducta, sino con todos aquellos que poseen factores protectores y que conviven en ambientes supuestamente sanos.
Ahora bien ¿qué está sucediendo con relación a la ayuda que se debe brindar para la solución de los problemas que se dan en torno al menor? ¿Dónde están las fallas que subsisten en el proceso de orientación e intervención socioeducativa?
La práctica social muestra inconsistencia en el accionar de los implicados en el proceso de orientación. Se suele dejar la búsqueda de propuestas o de alternativas a las intervenciones de los especialistas como: el oficial de menores, los miembros del Consejo de Atención a Menores o especialistas como psicopedagogos, psicólogos u otros. ¿Cómo estamos valorando las manifestaciones alarmantes que se producen en el seno de la familia, la comunidad, la escuela? Es que acaso no es justamente esta valoración lo que conlleva a la adopción de medidas con carácter anticipatorio?
La orientación se da por niveles y uno de ellos es la que se genera en torno a la familia, célula que en ocasiones posee alteraciones en su funcionamiento, que en última instancia lacera el desarrollo normal del menor.
Hacia el interior de esta, se concibe la orientación continua a través de las diferentes instituciones y organismos; sin embargo cuando de un menor con trastornos de la conducta se habla, ocupa un papel importante el desempeño de los representantes legales ya que a pesar de las alternativas que se trabajan con estos para erradicar o disminuir los factores de riesgo que generan el trastorno, estos no logran la sistematización de su accionar educativo, lo que se evidencia en aspectos tales como la permisividad, la sobreprotección, el descuido en el cumplimiento de algunas de sus funciones. Si orientar significa ayudar, investigar con el individuo para que movilice conscientemente sus potencialidades; enfrente sus limitaciones y decida el curso de su vida, entonces se precisa de darle seguimiento continuo a la toma de decisiones, para de manera gradual y progresiva hacer florecer lo mejor de cada educando.
La orientación a nivel comunitario requiere que los educadores incidan de manera directa en las colectividades proclives a violentar las normas socialmente establecidas y a potenciar los recursos que estas poseen para la actuación y el diálogo reflexivo. Es sabido que los menores con trastornos de conducta suelen involucrarse con grupos afines que poseen conductas inadecuadas, este conocimiento debe revertirse dentro de las acciones o programas de orientación que se adopten en las comunidades y los barrios.
La investigadora Baxter E. (200) planteó que el medio social que rodea al niño, adolescente y joven es el portador de todo lo que la sociedad ha acumulado hasta ese instante, sin embargo este no influye mecánicamente sobre su conducta, con su existencia "en sí" no provoca ni la asimilación ni los cambios de actitudes y valores. Es necesario por lo tanto estudiar y orientar los valores a formar en las nuevas generaciones, para combatir las manifestaciones antisociales que llevan al surgimiento de valores morales negativos en niños y adolescentes.
A nivel de escuela, la comunidad educativa en sí, se constituye en orientadores con la finalidad de alcanzar los objetivos que la sociedad le demanda a la educación, en el marco de las instituciones escolares, dígase escuela o círculo infantil o guarderías. Al abordar las causas de los trastornos de la conducta, se infiere en ocasiones los problemas en las relaciones personales que se producen en los diferentes espacios educativos. Las instituciones educativas desde la aplicación del diagnóstico psicopedagógico y la caracterización del menor, la familia y la comunidad debe elaborar programas de orientación que permitan satisfacer las necesidades y potencialidades de estos espacios, para lograr el autoconocimiento y la autoeducación de los menores.
Es reconocido en la literatura que el término orientar viene del vocablo latín oriente, la parte donde nace el sol; naciente, este, levante. La orientación no es más que el acto o arte de orientar(se); dirección, guía, regla, tendencia, impulso, inclinación.
La investigadora Suárez Rodríguez y su equipo citan que Tiedeman y Field (I962), Mollen Haver (I965) concibieron a la orientación como un aspecto esencial y complementario del hecho educativo. Al aplicar los postulados Vigotsky acerca de la zona de desarrollo actual y próximo a la comprensión del proceso de formación de la personalidad, el nivel actual alcanzado puede ser ante todo la posibilidad de alcanzar niveles superiores de desarrollo si se logra propiciar el nivel de ayuda necesario.
El papel de la orientación se centra en ayudar a que el sujeto, se conozca a sí mismo, conozca sus limitaciones, así como sus posibilidades de desarrollo, para que alcance las condiciones en su autoeducación.
La orientación significa ayuda y no, la imposición del punto de vista de una persona sobre otra. Para el investigador Claviiño M. ayudar no es suplantar, es “facilitar”, convocar, promover la amplitud del análisis, llamar la atención sobre lo que el sujeto no esta percibiendo, acompañar en una indagación y en una experiencia emocional (que ha de tener un valor correctivo)
No es tomar decisiones por alguien, sino ayudarlo a resolver sus problemas, a desarrollar sus puntos de vista y a responsabilizarse con sus propias decisiones. Su esencia es ayudar al sujeto a conocerse y mejorarse a sí mismo, en relación con el medio en que se desenvuelve.
El Dr.C Torrella, plantea que la orientación debe ser vista como un proceso continuo y dinámico, vital para todos los seres humanos, a fin de prepararlos para la realización eficiente de las “tareas del desarrollo” y prevenir de esta forma la aparición de fallas o problemas en la formación de la personalidad. Pero esto, no se alcanza de forma inmediata, de ahí que la orientación, además de ser un proceso continuo, también sea gradual, se desarrolla de forma progresiva, ya que la persona necesita dominar ciertas acciones antes de estar capacitada para realizar actividades de mayor complejidad y responsabilidad en su vida social. La orientación contempla objetivos de alcance inmediatos y otros mediatos, por eso, ella debe ser sistemática, gradual y continua.
El educando es un ser social y como tal actúa, esto debe tenerse en cuenta para que la orientación contribuya a su incorporación activa al medio y a sus relaciones sociales, las que puedan haber lastimado al sujeto en situaciones complicadas o complejas dentro de su contexto.
No debe olvidarse que las causas de los trastornos de conducta nunca aparecen aisladas, sino que son consecuencia de una serie de factores sociales, psicológicos, fisiológicos y biológicos, que llevan al sujeto a reaccionar y actuar de manera particular. De ahí que la valoración del comportamiento, demanda un cuidadoso estudio de los diferentes factores que influyen en la personalidad del educando para poder prevenir oportunamente la aparición de los trastornos de conducta.
Lo relacionado con los trastornos de la conducta se ha venido trabajando por distintos autores como Vigostky L. S (1977), Grossman G. (1989), Coll C. (1997), en Cuba, Betancourt J. (2002), Tisert D. Y. (2010) entre otros.
En el análisis de las causales de los trastornos de la conducta, es importante investigar la intensidad y la permanencia de los comportamientos del menor; pues es posible que en el medio escolar, familiar y comunitario se refleje alguna situación que provoque un desequilibrio y genere una modificación de la conducta. También puede suceder que esta sea muy intensa y llame poderosamente la atención; esta situación indica la necesidad de aplicar correctos métodos socioeducativos que ayuden a corregir la manifestación inadecuada observada.
Al valorar la conducta de los menores, es preciso revisar las condiciones de organización del entorno socioeducativo; la calidad de la labor educativa desplegada por los docentes y no docentes, el trabajo con las prticularidades del grupo, ya que esto puede favorecer la aparición de algunas dificultades que ocasionen desajustes en el comportamiento del menor.
La Dra Tisert (2010) señaló que el proceso de prevención de los trastornos de la conducta es un proceso de anticipación educativa, estructurado a partir de un sistema de influencias educativas que se planifican para la formación del escolar con problemas conductuales, cuyo fin es evitar los trastornos de la conducta, mediante la atenuación y/o eliminación progresiva de las causas y condiciones que generan o facilitan su aparición y en articulación con la promoción de actitudes conductuales positivas respecto a sí mismo, a los otros y al entorno, …desde un período relativamente temprano en el desarrollo de la personalidad del escolar.
Como se puede apreciar, queda implícita la orientación dentro del proceso de anticipación educativa que se planifica desde todas las aristas que influyen y confluyen en torno a los menores. Si de prevenir se trata esto se debe implementar no solo con el menor con un problema de conducta, sino con todos aquellos que poseen factores protectores y que conviven en ambientes supuestamente sanos.
Ahora bien ¿qué está sucediendo con relación a la ayuda que se debe brindar para la solución de los problemas que se dan en torno al menor? ¿Dónde están las fallas que subsisten en el proceso de orientación e intervención socioeducativa?
La práctica social muestra inconsistencia en el accionar de los implicados en el proceso de orientación. Se suele dejar la búsqueda de propuestas o de alternativas a las intervenciones de los especialistas como: el oficial de menores, los miembros del Consejo de Atención a Menores o especialistas como psicopedagogos, psicólogos u otros. ¿Cómo estamos valorando las manifestaciones alarmantes que se producen en el seno de la familia, la comunidad, la escuela? Es que acaso no es justamente esta valoración lo que conlleva a la adopción de medidas con carácter anticipatorio?
La orientación se da por niveles y uno de ellos es la que se genera en torno a la familia, célula que en ocasiones posee alteraciones en su funcionamiento, que en última instancia lacera el desarrollo normal del menor.
Hacia el interior de esta, se concibe la orientación continua a través de las diferentes instituciones y organismos; sin embargo cuando de un menor con trastornos de la conducta se habla, ocupa un papel importante el desempeño de los representantes legales ya que a pesar de las alternativas que se trabajan con estos para erradicar o disminuir los factores de riesgo que generan el trastorno, estos no logran la sistematización de su accionar educativo, lo que se evidencia en aspectos tales como la permisividad, la sobreprotección, el descuido en el cumplimiento de algunas de sus funciones. Si orientar significa ayudar, investigar con el individuo para que movilice conscientemente sus potencialidades; enfrente sus limitaciones y decida el curso de su vida, entonces se precisa de darle seguimiento continuo a la toma de decisiones, para de manera gradual y progresiva hacer florecer lo mejor de cada educando.
La orientación a nivel comunitario requiere que los educadores incidan de manera directa en las colectividades proclives a violentar las normas socialmente establecidas y a potenciar los recursos que estas poseen para la actuación y el diálogo reflexivo. Es sabido que los menores con trastornos de conducta suelen involucrarse con grupos afines que poseen conductas inadecuadas, este conocimiento debe revertirse dentro de las acciones o programas de orientación que se adopten en las comunidades y los barrios.
La investigadora Baxter E. (200) planteó que el medio social que rodea al niño, adolescente y joven es el portador de todo lo que la sociedad ha acumulado hasta ese instante, sin embargo este no influye mecánicamente sobre su conducta, con su existencia "en sí" no provoca ni la asimilación ni los cambios de actitudes y valores. Es necesario por lo tanto estudiar y orientar los valores a formar en las nuevas generaciones, para combatir las manifestaciones antisociales que llevan al surgimiento de valores morales negativos en niños y adolescentes.
A nivel de escuela, la comunidad educativa en sí, se constituye en orientadores con la finalidad de alcanzar los objetivos que la sociedad le demanda a la educación, en el marco de las instituciones escolares, dígase escuela o círculo infantil o guarderías. Al abordar las causas de los trastornos de la conducta, se infiere en ocasiones los problemas en las relaciones personales que se producen en los diferentes espacios educativos. Las instituciones educativas desde la aplicación del diagnóstico psicopedagógico y la caracterización del menor, la familia y la comunidad debe elaborar programas de orientación que permitan satisfacer las necesidades y potencialidades de estos espacios, para lograr el autoconocimiento y la autoeducación de los menores.
Conclusiones.
El problema de elevar la calidad de la orientación para prevenir los trastornos de la conducta, constituye una tarea de primer orden tanto para lossistemas sociales como de los sistemas educativos producto del auge de estos tanto estructural como directa a nivel macro y microsocial en el mundo contemporáneo.
Las acciones de orientación pueden integrarse armónicamente al proceso educativo a partir del diagnóstico psicopedagógico y de la preparación de los educadores como condición para dirigir el proceso hacia la escuela, la familia y la comunidad y actuar de conjunto hacia los menores, como sujetos de su propia transformación en su dimensión individual y colectiva, sobre la base del papel regulador de los valores morales así como su eficacia para provocar cambios hacia su perfeccionamiento humano a partir del autoconocimiento de sí mismos y su capacidad de autoeducación.
El problema de elevar la calidad de la orientación para prevenir los trastornos de la conducta, constituye una tarea de primer orden tanto para lossistemas sociales como de los sistemas educativos producto del auge de estos tanto estructural como directa a nivel macro y microsocial en el mundo contemporáneo.
Las acciones de orientación pueden integrarse armónicamente al proceso educativo a partir del diagnóstico psicopedagógico y de la preparación de los educadores como condición para dirigir el proceso hacia la escuela, la familia y la comunidad y actuar de conjunto hacia los menores, como sujetos de su propia transformación en su dimensión individual y colectiva, sobre la base del papel regulador de los valores morales así como su eficacia para provocar cambios hacia su perfeccionamiento humano a partir del autoconocimiento de sí mismos y su capacidad de autoeducación.
Bibliografía
Betancourt Torres, J (2003). La comunicación educativa en la atención a niños con necesidades educativas especiales. La Habana: Editorial, Pueblo y Educación.
Calviño, M (2000). Orientación Psicológica: Esquema referencial de alternativa múltiple. La Habana: Editorial, Científico y Técnica.
Collazo, B (2001). La orientación en la actividad pedagógica. La Habana: Editorial, Pueblo y Educación. Primera reimpresión.
Baster Esther. (2000) El trabajo educativo en la institución escolar. En Labor educativa en la escuela. Colectivo de autores. La Habana
Grossman, G. (1980). El niño con trastornos de la conducta en la familia, el consultorio y la escuela. La Habana: Editorial, Pueblo y Educación.
Tissert Debrosse Y. (2010) Estrategia educativa para la prevención de los trastornos de la conducta en los escolares primarios del primer momento del desarrollo. Tesis presentada en opción al grado científico de Doctor en Ciencias Pedagógicas. Santiago de Cuba. Cuba.
Torroella González, Mora, G. (2002). Aprender a convivir. La Habana: Editorial, Pueblo y Educación.
Suárez Rodríguez C. O. y Del Toro Sánchez., M. (2003) La orientación educativa en el proceso de enseñanza aprendizaje. Material en soporte digital.
Vigotski, L S. (1981). Pensamiento y lenguaje. Teoría del desarrollo cultural de las funciones psíquicas. La Habana: Editorial y Educación.
Betancourt Torres, J (2003). La comunicación educativa en la atención a niños con necesidades educativas especiales. La Habana: Editorial, Pueblo y Educación.
Calviño, M (2000). Orientación Psicológica: Esquema referencial de alternativa múltiple. La Habana: Editorial, Científico y Técnica.
Collazo, B (2001). La orientación en la actividad pedagógica. La Habana: Editorial, Pueblo y Educación. Primera reimpresión.
Baster Esther. (2000) El trabajo educativo en la institución escolar. En Labor educativa en la escuela. Colectivo de autores. La Habana
Grossman, G. (1980). El niño con trastornos de la conducta en la familia, el consultorio y la escuela. La Habana: Editorial, Pueblo y Educación.
Tissert Debrosse Y. (2010) Estrategia educativa para la prevención de los trastornos de la conducta en los escolares primarios del primer momento del desarrollo. Tesis presentada en opción al grado científico de Doctor en Ciencias Pedagógicas. Santiago de Cuba. Cuba.
Torroella González, Mora, G. (2002). Aprender a convivir. La Habana: Editorial, Pueblo y Educación.
Suárez Rodríguez C. O. y Del Toro Sánchez., M. (2003) La orientación educativa en el proceso de enseñanza aprendizaje. Material en soporte digital.
Vigotski, L S. (1981). Pensamiento y lenguaje. Teoría del desarrollo cultural de las funciones psíquicas. La Habana: Editorial y Educación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
POR FAVOR REALIZA UN COMENTARIO SERIO