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jueves, 21 de junio de 2012

Cuando la inocencia no es una virtud, nada satisface en la Vida del hombre

Los atributos que confieren al hombre y a la mujer un halo mínimo de ingenuidad o de naturalidad, le mantienen conectado con la frescura del espíritu y los hallazgos del día a día, en la posibilidad de quedarse maravillados ante cualquier insignificante acontecimiento. Mientras que lo contrario, hace intrascendente el recorrido diario de la existencia y ninguna cosa llena las expectativas porque nada guardaron de pureza en su equipaje para el recorrido del resto de sus vidas.

Es no encontrar emociones en lo simple o en lo común y lo que de ordinario llena la mente y el espíritu de las personas que “degustan” con naturalidad cada nuevo amanecer.

Advertimos en algunas personas, una desazón, un stress por no lograr asir satisfacción en lo que de habitual produce alegría o una ligera complacencia en otros y al incursionar en las razones de tan debilitada habilidad para asimilar de la vida las sensaciones más ligeras, nos damos cuenta que sus porciones de “inocencia” en la “despensa de sus almas” es un artículo inexistente; porque se lo consumieron antes de tiempo. 

Sin resquicio de inocencia, se torna la vida muy desabrida y el carácter altanero fluye como disconformidad por cualquier cosa, pues nada logra colmar ni calmar las exigencias de un alma sin atisbos de ingenuidad o donde la personalidad se pavonea en engaños por las acuarelas psicológicas que solo logran sosegar bizarras experiencias o sensaciones extremas que quitan al hálito esencial las esperanzas por vivir. 

Haber agotado toda experiencia natural, toda impregnación de los sentidos en el afán de devorarse los asombros y no dejar nada para mañana, hacen pendular el carácter y la armonía del espíritu en sinsabores, donde peligra la morada interna que es el asiento.
Los caprichos de los niños

Con frecuencia se quejan las madres de que sus hijos no les obedecen y se comportan mal en casa y en el colegio. Se diría que sus hijos están malcriados. ¿Cómo se ha llegado a esta situación? Las causas pueden ser diversas, pero podemos señalar algunas.

Una suele ser que durante mucho tiempo los padres han cedido a sus caprichos o antojos, sin causas justificadas.

En otras ocasiones se le hacen alabanzas por cualquier cosa y el chico se cree y exige ser el centro del interés de todos. Esto puede llegar a ser él mismo el que determine las decisiones familiares. Cuando el chico está rodeado de excesiva atención y de concesiones inoportunas, suele formarse un carácter débil, sin fuerza de voluntad e incapaz de desenvolverse por sí mismo. Con frecuencia estos chicos, cuando están fuera del ámbito familiar suelen tener una timidez desmesurada.

Pero si el chico caprichoso tiene un temperamento fuerte, suele caer en el egoísmo y tratará por todos los medios de servirse y aprovecharse de los otros para conseguir sus caprichos. Si no lo consigue cogerá un enfado y puede terminar insultando o pegando a quien le contradiga.

Ante estos hechos, los padres suelen desarrollar un sentimiento de impotencia por su incapacidad de mantener el control. Porque se supone que los padres deben controlar a sus hijos. Si un chico tiene un mal comportamiento se le dice a la madre que no debe dejarse hacer eso y se le considera una madre incompetente. Esta incapacidad puede provocar en la madre un enfado mayor y puede llegar a perder el propio control personal.

En otras ocasiones es el propio chico el que se porta mal a propósito cuando hay visitas en casa para dejar en mal lugar a sus padres y dar a entender que ya no es un niño.

¿Qué hacer ante un niño caprichoso? ¿Cuándo hay que empezar a resolver este problema? En la primera ocasión en que el chico exige un capricho injustificado, correcto es no ceder a su exigencia. Habrá que esperar a que se la pase la pataleta, sin perder los nervios y manteniendo una actitud serena y firme. Más tarde, habrá que hacerle comprender que su antojo no tiene sentido. Los padres han de tener la fortaleza de no ceder a los caprichos y pensar en el bien del chico, que debe ir siempre delante de la propia comodidad paterna. No importa quedar bien o mal ante los demás, pues lo importante es el bien de los hijos y ésta es la clave de la educación.

saludos 
MIGUEL HERNÁNDEZ

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