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lunes, 20 de enero de 2025

La existencia humana al rojo vivo

 Cuando se trata de comentar, escribir o reflexionar sobre temas de la existencia humana, los conflictos de las personas, su salud mental y control emocional, su personalidad y la vida cotidiana, se presupone que no hay palabras concluyentes, ni verdades absolutas, ni recetas, ni “fórmulas”, ni indicaciones que permitan que las personas resuelvan sus conflictos o problemas de inmediato y aprendan lecciones de vida de un día para otro. 


Cada uno de nosotros tiene su propio mundo, “cada quien vive dentro de su propio cosmos, ciudadano de su propia patria”. El bien y el mal, lo negro y lo blanco, el optimismo y el pesimismo, la alegría y la tristeza, y todo cuanto tenga que ver con los seres humanos transita por el principio de la subjetividad; así, signados por nuestra subjetividad, cada uno de nosotros va construyendo interiormente su “universo”, basado en su propia historia y sus propias experiencias, en lo que ha aprendido, en lo que le han enseñado y teniendo en cuenta las influencias del medio en que ha vivido y se ha desarrollado. Suele suceder que las mismas situaciones o problemas generan diferentes respuestas y actitudes en diferentes personas. Todo depende del modo en que se percibe la realidad y del modo en que la misma se interpreta.


Todos observamos el mismo mundo que nos rodea, pero no todos lo vemos de igual manera. Así por ejemplo el pesimista tiende a seleccionar de la realidad exterior lo que “engorda” o aumenta su negativismo y su amargura, en tanto que el optimista vive en un mundo de colores y obvia las dificultades la mayoría de las veces. Pesimistas y optimistas constituyen grupos opuestos, pero ambos pueden llegar a distorsionar la realidad a través de sus “prismas” particulares.


El mundo real, la realidad misma, es el todo que debe ser captado en forma tal que desaparezcan los pesimismos amargos y los optimismos de mundos irreales, para que vibre intensamente el realismo, que presentado de manera cruda puede resultar hiriente y puede provocar dolor y sufrimiento, pero en definitiva la realidad, tal cual es, resulta desafiante, inquietante, estimulante y debe asimilarse como un reto.


La realidad, por muy dura que sea, no mata ni destruye nuestras fuerzas interiores. Enfrentarse a ella es el reto diario de hombres y mujeres que no estamos hechos para vivir de imaginaciones, fantasías y sueños. Una buena parte de las veces no vemos lo que está enfrente de nosotros, sino lo que nos han enseñado a mirar y entender, y es en ese momento cuando lo esencial, lo medular, lo más importante, se nos escapa. Puede que no pensemos con objetividad, no tomemos las mejores decisiones, no asumamos las mejores conductas y actitudes, no resolvamos las dificultades de la vida con los más adecuados estilos de afrontamiento, y no obtengamos las gratificaciones que esperamos de la vida. Entonces, ante los resultados adversos o no deseados nos preguntamos: ¿En qué fallamos?


En esos momentos necesitamos hacer un alto y “mirarnos por dentro”, hacer introspección, análisis, hurgar en cuáles pudieran ser las razones por las que las cosas no nos salen bien, preguntarnos, cuánto de nosotros, y qué parte de nosotros, están entrando en el juego como obstáculos que no nos permiten alcanzar posibles soluciones de manera adulta y en consonancia con la realidad misma. Así estaríamos, en parte, transitando por el camino del autoconocimiento. 


El autoconocimiento es de gran valor para ir por la vida de una mejor manera, es decir, de una manera más sana y con la capacidad de discernir cuál o cuáles aspectos de nuestra personalidad están incidiendo en los problemas y dificultades con los que estamos lidiando, y por supuesto, pensar activamente en cómo modificarlos. Entre los terapeutas existe el consenso de que el autoconocimiento es un requisito indispensable para una vida feliz. La comprensión, según ese criterio, liberará de los complejos psicológicos y promoverá el bienestar. Si uno no quiere ser un cautivo de conflictos psicológicos, el autoconocimiento puede ser una poderosa herramienta para liberarse de ellos. Seguramente se sentirá menos dolor emocional y sufrimiento.


También se hace necesario revisar nuestras actitudes, creencias, ideas, las valoraciones que hacemos de lo que sucede a nuestro alrededor. Igualmente importante es analizar los pensamientos automáticos o irracionales, sobre el cómo debemos ser y cómo somos; el cómo debemos actuar y cómo actuamos; el cómo deben ser los demás con nosotros y cómo son. Muchos de esos pensamientos, a pesar de no estar acordes con la realidad de la vida y el mundo que nos rodea, están ahí, muy enraizados en nuestras mentes, marcando nuestra forma de ser, de sentir y de proyectarnos ante la vida y las personas que nos rodean. Actitudes, pensamientos y comportamientos, pueden ser para cada uno de nosotros, puntos fuertes o puntos débiles.


Y así vamos con nuestras creencias, comportamientos y actitudes por el mundo; cerrando o abriendo puertas, construyendo o derrumbando muros. Por eso, pienso justo ahora, en una de las canciones del cantautor cubano Carlos Varela, que en una de sus partes dice: “Desde que existe el mundo hay una cosa cierta, unos hacen los muros y otros hacen las puertas…”

@Psicipedagogoasuorden

@Miguel Antonio Hernández Zambrano 

Atención psicopedagogica individualizada en Acarigua Araure contacto 0416-059-61-91 LICDO.ESP MIGUEL HERNÁNDEZ 



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