• La educación inclusiva no puede ser concebida como un asunto marginal de los sistemas educativos
como ha venido siendo la educación especial, la educación compensatoria o los intentos por
promover una educación intercultural, entre otros muchos aspectos.
• La inclusión ha de ser una meta trasversal al conjunto de los sistemas educativos para garantizar
la presencia, participación y aprendizaje de todos los estudiantes, con especial énfasis en aquellos
que están excluidos o en riesgo de ser marginados. Esto significa ir mucho más allá del acceso e
implica, sobre todo, aprender con otros y colaborar con ellos en el trascurso de las clases y de las
lecciones; conlleva ser reconocido y valorado por lo que uno es y aceptado por esto mismo, y no
por la comparación más o menos afortunada con un patrón.
• Es necesario avanzar desde un modelo de educación centrado en contenidos y orientado a la
producción en la vida adulta, hacia un modelo de educación centrado en el estudiante y orientado
a su calidad de vida en un entorno de justicia y de contribución social, fruto de una sociedad humanizadora.
La inclusión educativa es un factor esencial en la construcción de una sociedad más
justa y solidaria.
• La educación ha sido comprendida de un modo totalmente instrumental, como una herramienta
para lograr el desarrollo de un ciudadano productivo y disponible para un empleo. Sin embargo,
también son objetivos de la educación la felicidad e independencia de las personas, lo que implica
una ciudadanía plena basada en el ejercicio de los derechos, la participación y la pertenencia y
una humanidad plena basada en la valoración, respeto y entorno afectivo de las personas y su
autodeterminación.
• La educación debe dar herramientas, capacidad y poder a la persona para que contribuya al resto
de la población y para que sea una persona en cohesión con otras y no en soledad.
• El análisis de la calidad de la educación debiera considerar, además del desarrollo de conocimientos,
en qué medida las personas son capaces de tener una mejor vida, desde el punto de vista
ético, de la que tendría si no hubiera pasado por ese proceso.
2.- Las barreras para la inclusión
• Inclusión y exclusión educativa son procesos dialectos, interdependientes, de forma que se progresa
hacia el primero en la misma medida que se reduce el segundo. Para reducir la exclusión
es preciso reconocer las barreras de distinto tipo y naturaleza (materiales, culturales, pedagógicas,
didácticas, valóricas, actitudinales) que interactúan negativamente con las condiciones personales
o sociales de algunos estudiantes produciendo la desventaja, la marginación o el fracaso y limitando
su plena presencia, aprendizaje y participación.
• Es una gran preocupación la creciente exclusión y marginación de numerosos estudiantes de las
oportunidades educativas, a pesar de los esfuerzos que vienen desarrollando los países. Esto se
expresa no solo en las situaciones de expulsión del sistema educativo o deserción escolar, que son
su expresión más extrema, sino también en el atraso a causa de la repetición, la exclusión de los
aprendizajes y de los espacios de participación dentro de las escuelas.
• La exclusión y marginación en educación es el resultado de una combinación de factores externos
e internos de los sistemas educativos. Entre los primeros cabe señalar la desigual distribución de
los bienes materiales y simbólicos, procesos discriminatorios profundamente arraigados, modelos
económicos injustos y políticas sociales insuficientes o inadecuadas. A estos factores se suman
otros presentes en los sistemas educativos tales como escuelas lejanas o incompletas, la segmentación
de los sistemas educativos, la desigual distribución de los recursos materiales y personales,
la falta de pertinencia del currículo, entre otros.
• Al sistema educativo y a las escuelas les corresponde reducir o eliminar las condiciones del sistema
escolar que impiden o limitan el ingreso y la permanencia en la escuela y la igualdad de acceso al
conocimiento. Pero, al mismo tiempo, es preciso desarrollar políticas económicas y sociales de equidad
que aborden las causas que generan la desigualdad de origen, así como estrategias orientadas a
mejorar las condiciones de vida de los estudiantes y sus familias: trabajo, vivienda, salud, entre otras.
• Las barreras existen y se entrecruzan sistémicamente, tanto en el ámbito de las políticas educativas
como en los centros escolares. A nivel de las políticas educativas existen barreras asociadas
a sistemas altamente segregados, esquemas de financiación que acentúan la competencia entre
escuelas, distribución inequitativa de los recursos humanos y materiales, falta de coordinación
entre diversas agencias y servicios, entre otros aspectos.
• Es urgente adoptar políticas efectivas orientadas a la eliminación de barreras y a mejorar la
provisión de los apoyos que maximicen sus potencialidades. Cuanto menores sean las barreras y
mayores los apoyos, mayores serán las potencialidades.
• En los centros escolares existen barreras asociadas a la cultura escolar, sus valores y creencias
compartidas; en las políticas de los centros educativos, criterios de escolarización, formas de organización del currículum o políticas de promoción de la convivencia; y, en las prácticas de aula
de cada profesor.
• En especial, la inclusión en la educación secundaria enfrenta una serie de barreras relacionadas
con la formación inicial de los docentes, las prácticas pedagógicas, la sobrecarga del currículum,
culturas escolares fragmentadas, condiciones laborales inadecuadas y liderazgos educativos poco
efectivos para el cambio y la mejora.
• Si las escuelas no desarrollan estrategias adecuadas a las características de sus estudiantes y si,
además, el contexto social en el que viven no ofrece condiciones mínimas para el aprendizaje, se
acrecienta el riesgo de que muchos de ellos interrumpan su trayectoria educativa.
3.- Avanzar hacia escuelas inclusivas
• La inclusión, junto a ser un derecho, constituye una palanca de cambio que obliga a innovar las
prácticas de los docentes y las escuelas.
• Se necesitan escuelas que atiendan a todos los niños, niñas y jóvenes con independencia de sus condiciones
u origen, y que se comprometan con la atención de cada persona en la riqueza de sus diferencias.
No podemos continuar pensando que hay una misma y única respuesta educativa para todos.
• La escuela cumple un rol central en la construcción de valores sociales y de un entorno de
justicia y solidaridad. Los centros inclusivos son mejores centros porque forman ciudadanos más
responsables, educan moralmente a toda la comunidad, favorecen las relaciones y la convivencia
y obtienen mejores resultados de aprendizaje.
• Para alcanzar la meta de educación inclusiva se requieren más manos en el aula, recursos humanos
que ayuden a los docentes; más evaluación, para identificar las brechas y barreras existentes;
más tiempo, para el diseño del currículum y el trabajo colectivo; y más alma, para llevar los principios
a la acción. Una ética de la justicia, del cuidado y de la responsabilidad.
• Es muy relevante dar importancia tanto a las competencias técnicas como a la empatía y las
competencias éticas. Una ética del cuidado y un liderazgo ético son necesarios para promover el
cambio en la escuela.
• La calidad educativa y la inclusión escolar están indefectiblemente asociadas a la creación de
climas en los que se pueda aprender en condiciones de sosiego y bienestar emocional.
• El aprendizaje está estrechamente relacionado con la convivencia por lo que es preciso enseñar
valores de cooperación, solidaridad y respeto, y crear estructuras que permitan vivenciarlos. Aprender
a convivir no implica solo la gestión de la convivencia, significa adoptar decisiones de carácter
preventivo en el núcleo de los procesos de enseñanza para que estos sean más significativos y
permitan mayores cotas de éxito para todos. Para ello es necesario elaborar planes de convivencia
en los centros, sensibilizar, formar a la comunidad educativa y compartir la responsabilidad con los
estudiantes y sus familias, generando las condiciones adecuadas para la mediación.• Las escuelas necesitan marcos compartidos para la resolución de conflictos que combinen sistemas
relacionales y normativos. Esta filosofía de resolución de conflictos se basa en el diálogo y la
justicia, lo que significa crear espacios en lo que las personas se comuniquen y reencuentren. El
currículo y las programaciones escolares permiten introducir de modo natural contenidos de resolución
de conflictos: escucha activa, emisión de mensajes no agresivos, habilidades de negociación,
afrontamiento de la disrupción, aprendizaje cooperativo y equipos docentes.
• Una escuela centrada en el logro de aprendizajes de todos, que promueve espacios de desarrollo
personal y de convivencia pacífica y que interpreta y atiende oportunamente las necesidades de
sus estudiantes, genera condiciones adecuadas para la permanencia y continuidad de sus trayectorias
educativas.
• Las comunidades de aprendizaje garantizan el derecho a participación de toda la comunidad
escolar. Esquemas variados como la enseñanza compartida, los grupos de apoyo o el trabajo
cooperativo son estrategias que favorecen el desarrollo de los aprendizajes en la sala de clases.
Estas ayudas también pueden venir de las tecnologías de la información y la comunicación, que
permiten individualizar el trabajo, guiar y aportar oportunidades de tutoría y de apoyo que los
profesores no pueden dar si tienen un grupo amplio de alumnos. Esto permite ir generando un
sistema de facilitadores de los procesos de inclusión en todas las etapas educativas pero, sobre
todo, en secundaria, donde existen las mayores dificultades en este momento.
• La inclusión en secundaria requiere planes de acogida y convivencia, redes de apoyo social, múltiples
oportunidades para el aprendizaje, itinerarios inclusivos, seguimiento individual y un fuerte
liderazgo institucional, directivo y pedagógico.
4.- Avanzar hacia sociedades inclusivas: calidad de vida y transición a la vida adulta
• La meta o misión de la educación debe centrarse en mejorar la calidad de vida de cada estudiante.
Esto, en secundaria, se vincula especialmente con el proceso de transición a la vida adulta.
• La transición a la vida adulta debe plantearse, ineludiblemente, desde una perspectiva integral
que prepare a los estudiantes para las distintas facetas y roles de lo que significa ser adulto, buscando
alcanzar los máximos niveles de calidad de vida. La vida adulta es un escenario diferente
para cada persona, donde debe vincularse con autonomía, libertad, responsabilidad y autodirección
en el funcionamiento social.
• Lejos de ser un concepto nuevo, calidad de vida es un término ampliamente utilizado y que
aparece con cada vez más frecuencia en la práctica profesional, en la investigación y en la política,
para hacer referencia a aspectos positivos y deseables de la vida. Incluye un conjunto de dimensiones
que están relacionadas con la vida cotidiana de las personas: bienestar material, desarrollo
personal, bienestar físico, bienestar emocional, relaciones interpersonales, autodeterminación, inclusión
social y derechos.
• La transición de jóvenes con discapacidad a la vida adulta y al mundo del trabajo es objeto
de gran interés desde hace décadas, sin embargo, la generalización de programas y prácticas positivas para favorecer ese proceso es muy escasa y, en algunos lugares, inexistente. Por ello
es relevante promover e incentivar prácticas innovadoras que orienten el desarrollo de modelos
centrados en la persona y su calidad de vida. El proceso de transición debe culminar en la
obtención no solo de un empleo útil, sino también en el máximo nivel de autonomía personal
y autodeterminación.
• Es necesario generar entornos en que las personas, tengan o no discapacidad, desarrollen competencias
para gestionar su vida. Eso se logra a través de la autodeterminación, que es la capacidad
para gestionar el propio destino.
• La autodeterminación se construye en la escuela desde las primeras etapas de formación. En ella
se puede enseñar a que el niño tenga capacidad y oportunidad de elegir, de tomar decisiones,
de resolver conflictos entre las personas, de ser asertivo en sus decisiones, de entender lo que es
bueno para él o ella y de proponerse metas.
• Desde la perspectiva del aprendizaje a lo largo de la vida, tendríamos que avanzar hacia sistemas
educativos más flexibles que ofrezcan múltiples oportunidades de ingreso, egreso y reingreso
con diferentes finalidades: completar estudios, formación técnica y reconversión laboral;
estableciendo puentes para que cada persona pueda construir su propio itinerario formativo. Las
experiencias educativas de “segunda oportunidad”, en desarrollo en la región, son una opción
para que los estudiantes que han interrumpido su trayectoria educativa alcancen su escolaridad
completa y una plena inserción social y laboral, aunque aún son insuficientes para atender las
necesidades existentes.
• El trabajo articulado entre escuelas y organizaciones locales es una estrategia esencial, porque
permite la vinculación de ofertas educativas formales con otros modelos de acción educativa,
avanzando hacia una mayor inclusión. Para ello es preciso crear redes que vinculen escuelas y
organizaciones sociales, superando así la fragmentación entre modalidades formales y alternativas
y recuperando y fortaleciendo espacios educativos existentes dentro y fuera de la escuela. Este
trabajo articulado supone una mayor apertura y flexibilidad de parte de todos los actores, situando
el foco tanto en los intereses y necesidades de los sujetos como de la comunidad de la que son
parte, y no solo en los objetivos institucionales.
• Las redes de colaboración entre escuelas y organizaciones sociales deben generar relaciones
horizontales basadas en el diálogo activo y en la construcción de sentidos comunes de acción,
que permitan establecer alianzas a favor de la permanencia escolar y el logro de aprendizajes de
calidad para todos.
5.- Formación docente para la inclusión y la autodeterminación
• La formación de los docentes es un elemento imprescindible para el desarrollo de prácticas inclusivas
y el desarrollo socioemocional de los estudiantes. Es necesario profundizar la formación
docente en ética y en procesos de buenas relaciones interpersonales, de manejo de conflictos, de
empatía y de generar, desde ahí, aprendizaje. Se requieren maestros que valoren su rol porque,
desde su propia formación, entienden el sentido de su actividad. • Es imprescindible el desarrollo de una pedagogía inclusiva en la formación inicial de todo el
profesorado, que les entregue los valores, los conocimientos, las destrezas y las actitudes que
les hagan ser competentes en la tarea de educar a todos los estudiantes que tengan en su aula,
sin exclusiones.
• Muchos profesores y profesoras no se sienten educadores, sino enseñantes de una materia
determinada; son profesores y profesoras que dan una importancia absoluta a los contenidos de
su materia y no aprecian su contribución al desarrollo de competencias imprescindibles de mayor
relevancia para la inclusión social y el ejercicio de la ciudadanía plena de sus estudiantes. Estos
docentes delegan rápidamente su responsabilidad a los profesionales de apoyo respecto a los
alumnos o alumnas desafiantes.
• Todos los estudiantes requieren un acompañamiento particular, un seguimiento permanente y
un contexto de aprendizaje motivador. Esto implica la renovación del rol docente acudiendo, para
ello, a la antigua figura del tutor, tal como se ha demostrado en el desarrollo de las experiencias
educativas innovadoras de segunda oportunidad. El concepto de tutor pone énfasis en dos
funciones principales del educador: la de asistir a los estudiantes en sus procesos de aprendizaje
individuales y grupales y la de orientarles y acompañarles de manera personalizada en su desarrollo
socioafectivo.
• Se requiere avanzar a una formación y ejercicio docentes orientados por principios éticos tan
básicos y cruciales como la ética de la justicia, del cuidado de las personas que se tiene a cargo y
de la reflexión continua sobre las prácticas, para evitar que algunas de ellas se configuren como
barreras para la presencia, el aprendizaje o la participación de algunos de sus estudiantes.
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