“El maltrato” queda expulsado
En el liceo Rafael Rangel hace dos meses se instaló la Defensoría Educativa. Por ahora no tiene registros sobre los casos de bullying. Pero, profesores afirman que allí “abunda es el vandalismo”.
Gráficas: Internet
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Desde instituciones educativas del municipio Valera, el equipo de investigación del DLA presenta las experiencias en el tratamiento del bullying e historias que marcan a los jóvenes en su proceso de formación. El especialista en orientación de la conducta, Alexander Briceño, explica que “un juego con un comienzo sutil y repetido”, puede acabar de manera trágica si no se atiende a tiempo y de la manera adecuada
Ailyn Hidalgo Araujo.-Un cabello peinado en forma de cola de caballo fue el detonante. Lo que parecía una simpleza causaba molestia a tres estudiantes del cuarto año de bachillerato. Lucía (nombre ficticio para proteger identidad), ante el acoso que vivía por parte de las jóvenes quienes día a día le gritaban “que a la salida la esperaban para caerle a golpes”, decidió acudir a sus tías y poner un freno al ataque que elevaba la depresión que sentía, por repetir el primer año de secundaria y en un liceo distinto a donde comenzó.
Cuando las tías de Lucía se presentaron en la institución, sus acciones no fueron de conciliación. Por minutos acorralaron en un baño a las tres estudiantes del 4to año, y con bisturís en los cuellos de las adolescentes, las amenazaron de muerte si continuaban con el acoso hacía su sobrina. Por fortuna observadores rompieron el silencio y los docentes llegaron a tiempo a impedir lo que pudo terminar en tragedia.
El hecho violento ocurrió en un liceo privado del municipio Valera hace 2 años. Las cuatro jóvenes fueron atendidas con medidas pedagógicas, psicológicas, y las cambiaron de institución sin que ninguna supiera dónde iba a estudiar la otra. Así fue como el modelo educativo expulsó al maltrato de la institución.
Tratamiento correcto
Desde hace 13 años hasta hoy, Trujillo reúne 36 defensores educativos encargados de velar por la seguridad y derechos de los estudiantes. Los profesionales se distribuyen por parroquias y actualmente 13 de ellos se ubican en Valera. Mientras, los municipios rurales y zona baja del estado aún esperan ser abordados.
La información y la historia relatada la da a conocer el especialista en orientación de la conducta y de las ciencias de la educación, Alexander Briceño, quien coordina la defensoría educativa “San Antonio de Padua” ubicada en el liceo Barrio Nuevo, pero que atiende a alumnos que han sufrido de acoso en instituciones públicas y privadas.
Briceño señala que el bullying está enmarcado en el triángulo del silencio: agresor, agredido, observadores. Las razones dice que son “evitar rayar el prestigio de la escuela, no aceptar que se requiere la vigilancia en los pasillos y baños, el desinterés a involucrarse en situaciones ajenas, entre otros”.
Claves para detectar
A juicio del especialista en conducta, el acoso se desarrolla en 4 niveles: Físico, patadas, empujones, golpes con objetos, robos; Verbal, humillaciones, insultos, sobrenombres, rumores falsos, ofensas vía telefónica, lenguaje sexual indecente por Internet; Psicológico, amenazas para provocar miedo, lograr algún objeto o dinero, u obligar a la víctima a hacer cosas que no quiere; y Social, exclusión y aislamiento progresivo a la víctima.
Para detectar al estudiante acosador el experto apunta características como: insultos con frecuencia, agresión física y verbal constante a un compañero, amenaza a su víctima, por lo general tiene un bajo nivel de aprendizaje, se cree superior al resto del grupo, se reúne con alumnos similares a él o ella y sufren de maltrato en el hogar.
En cuanto a la descripción del estudiante acosado o vulnerable a padecer bullying, el licenciado Briceño precisa que son personas calladas, sumisas, sensibles, frágiles, tímidas, con una actitud de temor al aula, expresan angustia, no asisten con regularidad a clases o son aplicadas y responsables.
Incidencia psicológica
El ciclo de violencia e intimidación conduce al aumento de las dificultades interpersonales, disminución del rendimiento escolar, depresión, sensación de soledad y ansiedad, define la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), entre las consecuencias que sufrirá el alumno acosado.
“El bullying siempre ha existido. Antes era común la palabra -lo tienen machorreado-. Y es ahí cuando comienzan los juegos inadecuados. Se diferencian en su carga pesada e interés de hacer daño. Después de dos semanas de ataque se le denomina acoso”, define el psicólogo clínico, Leandro Andara.
Aclara que quien práctica bullying no necesariamente lo ha padecido. Hay unos que nacen con comportamiento disruptivos y se portan mal. Tienen esa personalidad que proviene de la vía neurológica.
Andara advierte que los riesgos más elevados son que el joven quiera suicidarse, no desee salir más de casa o piense abandonar los estudios. “Lo positivo de abordar el tema de acoso escolar, es que se ayuda a prevenirlo, se presta atención a la autoestima, al sentimiento y se construyen mejores ciudadanos”, expresa.
El especialista en salud mental recomienda a los docentes, padres, madres y representantes fomentar el diálogo y evaluar si el niño, niña o adolescente tiene amigos o si le gusta salir al receso. “Mamá y papá deben comunicarse con el docente. Estar alerta, preguntar a su hijo cómo le fue en clases, y sí es víctima de acoso debe llevarlo a terapias”.
Desde las escuelas
En la Ricardo Labastida, la coordinadora del Centro Comunitario de Protección y Desarrollo Estudiantil Valera, Adelaida Pacheco, y la trabajadora social Maritza Adriani, opinan que los padres son los primeros en aplicar bullying. “Comienzan a etiquetar, a comparar y hasta a insultar”, destacan.
Cuenta: “Aquí hubo un estudiante de 5to grado a quien su compañero de curso le decía que lo iba a reventar a la salida. El niño se hizo pupú al llegar a casa, y no volvió a clases, hasta que su madre manifestó el caso. Se habló con ambos estudiantes, se abrazaron y ahora son grandes amigos”.
En el liceo “Antonio Nicolás Briceño”, el director Roberto Paredes dice que el año pasado remitieron al psicólogo unos 30 casos de violencia escolar. Por eso hicieron campaña contra el acoso, usaron afiches, carteleras y hasta la fecha han dictado unos 20 talleres sobre el tema. “Tenemos estudiantes de las zonas más fuertes y de alto riesgo en el municipio. Les hicimos el estudio social y nuestra línea es la comunicación para evitar el motivo más sonado, que son las burlas por los celulares, grabaciones y fotos que se pasan por Internet”, refiere.
En la escuela “Ciudad de Valera”, la defensora educativa, Rosmery Morao, señala que no han tenido denuncias sobre acoso escolar, pero sí comenzaron con los talleres informativos. Escucharon a los pequeños hablar de bandas y hasta de pranes. “Los niños y niñas llegaron a la reflexión. Lloraron, lamentaron haberse metido con el compañero y uno hasta pidió disculpas”, acota.
En la defensoría educativa “Dulce Sonrisa” del Liceo “Ciudad de Valera”, el profesor José Gregorio Briceño dice que en los últimos meses del año escolar pasado tuvieron 4 casos de violencia escolar. El castigo es levantar un expediente, firman un acta de compromiso y dictar junto a su representante charlas sobre la violencia escolar en una o dos secciones, depende de la gravedad del asunto. Luego, hacen seguimiento de conducta por tres meses.
Cero controversias
El dato
Mitos del bullying: el acoso ocurre solo en escuelas pobres y se recomienda decir al estudiante que se defienda al pronunciar: “pégale un tate quieto, así nunca más te va a molestar; ignora para que te dejen tranquilo; o no acuses porque te van a molestar más". El consejo debe ser siempre el diálogo y la comunicación; indica el experto Alexander Briceño.
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El hecho violento ocurrió en un liceo privado del municipio Valera hace 2 años. Las cuatro jóvenes fueron atendidas con medidas pedagógicas, psicológicas, y las cambiaron de institución sin que ninguna supiera dónde iba a estudiar la otra. Así fue como el modelo educativo expulsó al maltrato de la institución.
Tratamiento correcto
Desde hace 13 años hasta hoy, Trujillo reúne 36 defensores educativos encargados de velar por la seguridad y derechos de los estudiantes. Los profesionales se distribuyen por parroquias y actualmente 13 de ellos se ubican en Valera. Mientras, los municipios rurales y zona baja del estado aún esperan ser abordados.
La información y la historia relatada la da a conocer el especialista en orientación de la conducta y de las ciencias de la educación, Alexander Briceño, quien coordina la defensoría educativa “San Antonio de Padua” ubicada en el liceo Barrio Nuevo, pero que atiende a alumnos que han sufrido de acoso en instituciones públicas y privadas.
Briceño señala que el bullying está enmarcado en el triángulo del silencio: agresor, agredido, observadores. Las razones dice que son “evitar rayar el prestigio de la escuela, no aceptar que se requiere la vigilancia en los pasillos y baños, el desinterés a involucrarse en situaciones ajenas, entre otros”.
Claves para detectar
A juicio del especialista en conducta, el acoso se desarrolla en 4 niveles: Físico, patadas, empujones, golpes con objetos, robos; Verbal, humillaciones, insultos, sobrenombres, rumores falsos, ofensas vía telefónica, lenguaje sexual indecente por Internet; Psicológico, amenazas para provocar miedo, lograr algún objeto o dinero, u obligar a la víctima a hacer cosas que no quiere; y Social, exclusión y aislamiento progresivo a la víctima.
Para detectar al estudiante acosador el experto apunta características como: insultos con frecuencia, agresión física y verbal constante a un compañero, amenaza a su víctima, por lo general tiene un bajo nivel de aprendizaje, se cree superior al resto del grupo, se reúne con alumnos similares a él o ella y sufren de maltrato en el hogar.
En cuanto a la descripción del estudiante acosado o vulnerable a padecer bullying, el licenciado Briceño precisa que son personas calladas, sumisas, sensibles, frágiles, tímidas, con una actitud de temor al aula, expresan angustia, no asisten con regularidad a clases o son aplicadas y responsables.
Incidencia psicológica
El ciclo de violencia e intimidación conduce al aumento de las dificultades interpersonales, disminución del rendimiento escolar, depresión, sensación de soledad y ansiedad, define la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), entre las consecuencias que sufrirá el alumno acosado.
“El bullying siempre ha existido. Antes era común la palabra -lo tienen machorreado-. Y es ahí cuando comienzan los juegos inadecuados. Se diferencian en su carga pesada e interés de hacer daño. Después de dos semanas de ataque se le denomina acoso”, define el psicólogo clínico, Leandro Andara.
Aclara que quien práctica bullying no necesariamente lo ha padecido. Hay unos que nacen con comportamiento disruptivos y se portan mal. Tienen esa personalidad que proviene de la vía neurológica.
Andara advierte que los riesgos más elevados son que el joven quiera suicidarse, no desee salir más de casa o piense abandonar los estudios. “Lo positivo de abordar el tema de acoso escolar, es que se ayuda a prevenirlo, se presta atención a la autoestima, al sentimiento y se construyen mejores ciudadanos”, expresa.
El especialista en salud mental recomienda a los docentes, padres, madres y representantes fomentar el diálogo y evaluar si el niño, niña o adolescente tiene amigos o si le gusta salir al receso. “Mamá y papá deben comunicarse con el docente. Estar alerta, preguntar a su hijo cómo le fue en clases, y sí es víctima de acoso debe llevarlo a terapias”.
Desde las escuelas
En la Ricardo Labastida, la coordinadora del Centro Comunitario de Protección y Desarrollo Estudiantil Valera, Adelaida Pacheco, y la trabajadora social Maritza Adriani, opinan que los padres son los primeros en aplicar bullying. “Comienzan a etiquetar, a comparar y hasta a insultar”, destacan.
Cuenta: “Aquí hubo un estudiante de 5to grado a quien su compañero de curso le decía que lo iba a reventar a la salida. El niño se hizo pupú al llegar a casa, y no volvió a clases, hasta que su madre manifestó el caso. Se habló con ambos estudiantes, se abrazaron y ahora son grandes amigos”.
En el liceo “Antonio Nicolás Briceño”, el director Roberto Paredes dice que el año pasado remitieron al psicólogo unos 30 casos de violencia escolar. Por eso hicieron campaña contra el acoso, usaron afiches, carteleras y hasta la fecha han dictado unos 20 talleres sobre el tema. “Tenemos estudiantes de las zonas más fuertes y de alto riesgo en el municipio. Les hicimos el estudio social y nuestra línea es la comunicación para evitar el motivo más sonado, que son las burlas por los celulares, grabaciones y fotos que se pasan por Internet”, refiere.
En la escuela “Ciudad de Valera”, la defensora educativa, Rosmery Morao, señala que no han tenido denuncias sobre acoso escolar, pero sí comenzaron con los talleres informativos. Escucharon a los pequeños hablar de bandas y hasta de pranes. “Los niños y niñas llegaron a la reflexión. Lloraron, lamentaron haberse metido con el compañero y uno hasta pidió disculpas”, acota.
En la defensoría educativa “Dulce Sonrisa” del Liceo “Ciudad de Valera”, el profesor José Gregorio Briceño dice que en los últimos meses del año escolar pasado tuvieron 4 casos de violencia escolar. El castigo es levantar un expediente, firman un acta de compromiso y dictar junto a su representante charlas sobre la violencia escolar en una o dos secciones, depende de la gravedad del asunto. Luego, hacen seguimiento de conducta por tres meses.
Cero controversias
El dato
Mitos del bullying: el acoso ocurre solo en escuelas pobres y se recomienda decir al estudiante que se defienda al pronunciar: “pégale un tate quieto, así nunca más te va a molestar; ignora para que te dejen tranquilo; o no acuses porque te van a molestar más". El consejo debe ser siempre el diálogo y la comunicación; indica el experto Alexander Briceño.
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