Revista EDUCARE, Volumen 14, Número 3, Septiembre-Diciembre 2010. ISSN: 2244-7296
AUTORAS: Yarinés Perdomo*
UPEL-IPB
Yuraima Matos**
UNESR
AUTORAS: Yarinés Perdomo*
UPEL-IPB
Yuraima Matos**
UNESR
La Educación Especial hoy día requiere de docentes capaces de transformar su praxis pedagógica para atender con gran calidad humana a los niños, niñas y jóvenes especiales en su proceso formativo. Hecho posible desde un mundo de relaciones interactivas, dialógicas y amorosas que debe propiciar el docente
para la integración educativa de estos niños. En tal sentido, el propósito del ensayo argumentativo es reflexionar sobre el hacer del docente de Educación Especial desde una relación dialógica y amorosa.
Para ello se abordó la Educación especial y el papel del docente en esta modalidad educativa, bajo la postura ontoepistémica de los autores: Freire, Habermas, Vigotsky y Maturana, entre otros, para
reflexionar sobre la necesidad de la transformación del educar desde una perspectiva humana, dialógica, convivencial y amorosa. Se espera que los docentes en su accionar propicien una educación pedagógica, en donde se articule lo cognitivo y lo emotivo, la formación integral de los niños y niñas especiales, su proceso de liberación y autonomía, con disposición al diálogo, abierto a relacionarse con el otro, respetuoso de las diferencias entre los mismos.
La Educación Especial es una modalidad del sistema educativo, cuya formación es compleja, interesante, hermosa, donde lo “Especial” lo configura el accionar de las personas que interactúan en la misma. De acuerdo con el Ministerio de Educación, Cultura y Deportes (1997), persigue el desarrollo pleno de los estudiantes con necesidades educativas especiales, a través de un proceso pedagógico integral, sistemático, permanente y continuo.
Proceso que debe estar orientado y mediado por docentes especiales, que requiere de condiciones personales, físicas, afectivas, intelectuales y éticas, para emprender el reto que ello supone. Desde esta mirada Villarini (2006), engloba la acción docente desde una perspectiva humanista-crítica-emancipadora, explicando que es un proceso en la cual un ser humano, que aprende, es apoyado por otro ser humano, que enseña, en la construcción, ampliación y sostenimiento de su autonomía, tanto individual como colectiva, por medio del desarrollo de sus competencias.
Una acción docente humanizante, en primer lugar involucra el ser y el hacer como parte fundamental del desarrollo humano, y en segundo lugar comprende diversas dimensiones que se constituyen e integran en la interacción con el medio cultural para ayudar a configurar la personalidad del aprendiz. Lo anterior, según Villarini (2006), genera en la acción docente la particularidad de desarrollar y transformar las competencias humanas y
afectivas que se requieren para ser parte de una colectividad, ello abarca un proceso de enseñar y aprender donde el docente toma en consideración la experiencia, necesidades, intereses y capacidades que trae el estudiante como clave fundamental para que su acción sea pertinente.
Siguiendo a Villarini (ob. cit), esta acción docente busca satisfacer las necesidades e intereses del estudiante especial, en la búsqueda del desarrollo de sus capacidades mediante su interacción con el contexto social. Todo ello a través del diálogo humanizante, apoyo mutuo y la colaboración, aunado a un clima de libertad, tolerancia, de convivencia y de amor, donde los estudiantes viven y experimentan que el educador es también educado, lo que encamina a generar la autonomía e independencia personal del aprendiz, para que éste pueda transformar su medio de manera activa. Transformación del hacer docente de Educación Especial desde una relación dialógica y amorosa. Yarinés Perdomo y Yuraima Matos (pag.109-122 )
Desde esta perspectiva, se busca garantizar en el niño, niña y joven especial, su inclusión social, familiar y educativa de manera efectiva, mediante una concepción de la acción docente que guie a los estudiantes en el camino para lograr ser personas que se respeten así mismo y a otros mediante la generación continua de espacios de convivencias convencionales y no convencionales que originen la colaboración, la alegría y libertad responsable.
En tal sentido, el propósito de este ensayo argumentista es reflexionar sobre el hacer del docente de Educación Especial desde una relación dialógica y amorosa, que nos lleve a cuestionar nuestra praxis educativa para transformar el hacer y, ser docentes con gran calidad humana, que invite a los niños, niñas y jóvenes especiales a convivir en armonía consigo mismo y con el otro, a través del amor y el respeto en espacios abiertos al aprendizaje dialógico.
La Educación Especial
La Educación Especial constituye una de las modalidades del sistema educativo venezolano, que se enmarca dentro de los principios y fines de la educación general, tal como lo señala la Ley Orgánica de la Educación (2009) y sustentada legalmente en la Constitución de la República Bolivariana (1999). Educación que debe prestar atención a las personas con necesidades especiales o con discapacidad para su incorporación y permanencia en el sistema educativo, desde una visión humanista social.
La Educación Especial está dirigida a aquellos niños, niñas y jóvenes que, a causa de diversas deficiencias (sensoriales, psicomotrices, emocionales o cognitivas), no pueden adaptarse a la enseñanza regular, quedando fuera de ella y necesitando, por tanto, de una especial educación (García Hoz; 2007). Su finalidad esencial, es la de atender a niños y jóvenes en edad escolar que presentan discapacidades transitorias o permanentes, así como aquellos con aptitudes y capacidades sobresalientes, de manera adecuada a sus propias condiciones de equidad social, propiciando a su vez la integración a planteles de educación regular mediante la aplicación de métodos, técnicas y materiales específicos. Transformación del hacer docente de Educación Especial desde una relación dialógica y amorosa. Yarinés Perdomo y Yuraima Matos (pag.109-122 )
El Ministerio del Poder Popular para la Educación (2008), en la política de atención educativa integral de la Modalidad Educación Especial, afirma que desde el año noventa y siete y basado en una perspectiva holística de la persona especial, se observa el requerimiento de implementar proyectos que respondan a las necesidades de atención de los (las) estudiantes especiales mediante la prevención, atención integral de la familia, comunidad y educación y la integración social de dichas personas excluidas del sistema educativo formal.
Integración educativa que se comienza en respuesta a los derechos de equidad e igualdad de oportunidades; sin embargo, es a partir de los primeros años del presente siglo cuando se percibe, de alguna manera, esta integración o mejor dicho, la posibilidad de concretar una escuela inclusiva, que favorezca a los niños, niñas y jóvenes con necesidades educativas especiales. De acuerdo a las políticas de Educación Especial (2007), se hace necesario educar tomando en cuenta las necesidades y potencialidades de los (las) estudiantes
especiales, donde el término necesidad queda expuesto como una condición que puede estar sujeta a lo biológico, a lo psicológico o a lo social, solamente eso, pero por ningún lado resalta lo potencial de ese individuo.
Potencial que también debe ser considerado durante el proceso de formación, pues a pesar que estos individuos tienen una necesidad educativa especial, también tienen
potencialidades que favorecen y facilitan su integración social, que a través de una excelente praxis pedagógica ejecutada por el educador especial y demás personas involucradas en ella, van a contribuir positivamente en su educación e inclusión social, logrando así el desarrollo máximo como persona, preparado para la vida, el disfrute pleno y para la inclusión favorable en el ámbito escolar, social-comunitario y familiar.
Para ello, se espera desde una perspectiva pedagógica lograr una atención integral, sistemática, continua y permanente, dentro de un clima estimulante, de amor y dialogicidad, favoreciendo así, la formación de ciudadanos responsables, solidarios y aptos para convivir libremente en la sociedad. Por lo que se requiere de docentes con una formación más integral y humanista, capaz de impregnar cada acto educativo con la pasión y la emoción necesaria para el goce y disfrute de una educación humanizadora, dialógica y amorosa.
Educar desde una perspectiva dialógica
Es importante destacar primeramente que, el aprendizaje significativo y dialógico hace referencia a la construcción de significados que trascienden la forma de lo individual a lo
colectivo, a los procesos sociales de interacción dialógica. Al respecto Freire (1997), afirma que el diálogo educativo no queda recluido entre cuatro paredes sino que abarca al conjunto
de la comunidad que enseña y aprende incluyendo padres, madres, otros familiares, voluntariado, otros y otras profesionales, además de los estudiantes y del docente; todos influyen en el aprendizaje y todos y todas deben planificarlo conjuntamente.
Así, el diálogo en este contexto se entiende como un proceso interactivo mediado por el lenguaje, conceptualizado según Echeverría (2003), en un medio que por sobre todo, hace de los seres humanos el tipo particular de seres que son, es decir, seres lingüísticos, seres que viven en el lenguaje; por lo tanto y según el autor en referencia, el lenguaje, es la clave para comprender los fenómenos humanos.
En este sentido, el proceso interactivo educativo tiene su fundamento en el lenguaje; por ello debe realizarse en una postura abierta, dialógica, de confianza y convivencia, que permita en los actores del proceso educativo, docente y estudiantes de educación especial, sostener verdaderos encuentros de aprendizaje y construcción de conocimientos. Freire (1997), refiere que la dialogicidad es una condición indispensable para el conocimiento; de esta manera, el diálogo, es un instrumento para organizar este conocimiento e implica una postura crítica y una preocupación por aprehender los razonamientos que median entre estos actores. Aspectos que constituyen fundamentalmente la curiosidad epistemológica para la construcción del conocimiento desde y fuera de la escuela.
Así mismo, importa destacar de Vigotsky (1978), que el medio social es crucial para el aprendizaje, y que este es emanado por la integración de los factores sociales y personales
que acompañan al niño, niña y joven de educación especial. Dicho autor explica que el fenómeno de la actividad social ayuda a revelar los cambios en la conciencia y fundamenta una teoría psicológica que unifica el comportamiento y la mente; por consiguiente, el entorno social influye en la cognición por medio de su lenguaje, objetos culturales (autos, máquinas) e instituciones sociales (iglesias, escuelas). Transformación del hacer docente de Educación Especial desde una relación dialógica y amorosa. Yarinés Perdomo y Yuraima Matos (pag.109-122 )
El enfoque de Vigotsky (1978), amplía la postura de Freire (1997), al exponer la importancia del desarrollo de las habilidades comunicativas que se dan en contextos académicos, prácticos o en otros contextos de la vida cotidiana, para generar cognitivamente
en los y las estudiantes de educación especial aprendizajes significativos y dialógicos. Por tanto, el cambio cognoscitivo es el resultado de utilizar los instrumentos culturales en las interrelaciones sociales, de internalizar y transformarlas mentalmente desde un accionar dinámico y participativo. La postura de ambos autores es ejemplo del constructivismo dialéctico, porque recalca la interacción entre los individuos y su entorno mediante la importancia de su participación activa, crítica y reflexiva.
Las acciones que el docente promueva en y con los estudiantes especiales hacia los otros, estarán reorientadas por las definiciones y redefiniciones que se le vayan haciendo a cada uno de los objetos encontrados en el entorno; propiciando a la vez, un compartir en las interacciones entre los sujetos involucrados en este accionar. Es así como, para generar en el estudiante un verdadero aprendizaje significativo y dialógico, el docente debe lograr que éste entienda e intérprete lo que está en su medio, desde el hecho de que ello sea significativo para él (ella) para así poder lograr su acción y transformación del entorno al cual forman parte.
En esta búsqueda de alcanzar el aprendizaje significativo- dialógico en los niños y niñas, el docente especialista debe promover un accionar comunicativo afectivo. Habermas (1987), expone que la acción comunicativa como parte de la acción social, se refiere a la interacción de dos sujetos capaces de lenguaje y de acción; así dicho autor parte de la acción comunicativa para entender la sociedad como mundo de la vida, contexto donde se logran los
entendimientos entre los actores participativos del proceso educativo; es decir, docentes y estudiantes especiales logran entenderse cuando el aprendizaje, las experiencias y la información, es común para ellos mediante el acto del habla.
En este accionar comunicativo, según García Hoz (2007), el compromiso está implícito. El compromiso en la Educación Especial consiste en “ser con él”, no importa en qué lugar ni en qué tiempo. En esa llamada a compartir la existencia, la vitalidad se pone en tensión para devenir en el compromiso que lleva la compartición en el sostenimiento de un único y mismo estilo de enseñanza-aprendizaje, del que en buena parte depende el conocimiento personal. Transformación del hacer docente de Educación Especial desde una relación dialógica y amorosa. Yarinés Perdomo y Yuraima Matos (pag.109-122 )
La llamada hacia ese compromiso inquiere, sugiere o simplemente llama a la puerta del ser del otro, hasta conquistar el conocimiento que tanto necesita el educando: la verdad sobre algo que siéndole precisa conocer, con la ayuda del otro, acaba al fin por desvelársele y entregársele. El compromiso se concreta, entonces, en que el profesor y el estudiante especial puedan encontrarse y comunicarse en un ser nuevo: el de la relación que hay entre ellos. Ello no supone la identidad ontológica, ni tampoco la sustancial (que no puede darse), ni, por supuesto, el avasallamiento de la intimidad.
En este sentido, el compromiso está configurado por las acciones comunicativas que establezca el docente para que el estudiante especial logre el aprendizaje significativo y dialógico entre él y su entorno, siempre y cuando éstas sean y tengan significancia dentro de este proceso de formación. Para ello, el docente de Educación especial debe ser garante que se lleve a efecto la misma, planteándose una acción conjunta y consensuada de todos los agente de aprendizaje que interactúan con el niño, niña y joven especial, desde una perspectiva dialógica, humanista y amorosa
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