ESTRATEGIAS PARA TRABAJAR CON EL NIÑO HIPERACTIVO EN EL AULA
HIPERACTIVO EN EL AULA
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la responsabilidad del docente al emitir un juicio
sobre la conducta de sus alumnos.Que los alunos
sean inquietos o movidos no implica que puedan
ser hiperactivos.
La labor del docente no es emitir un “diagnóstico”
sobre un alumno. Si sospecha que un niño tiene
algún problema grave, debe pedir la
intervención del psicólogo educativo.
La inquietud y la falta de atención pueden ser
síntomas de distintos trastornos que sólo un experto
sabrá distinguir.
Para trabajar con los alumnos a los que
un experto haya diagnosticado hiperactividad,
el maestro debe capacitarse y obtener toda la
información necesaria para reconocer y entender
los mecanismos psicobiológicos de este trastorno.
Además, el centro educativo tiene la obligación de
preparar y asistir al profesor que va a trabajar con
niños hiperactivos, debe proveerle de
información, apoyo psicopedagógico y el material
que sea necesario para que pueda hacer una buena
labor.
Con estos antecedentes, presentamos algunas
estrategias de utilidad para poner en práctica
en el aula:
El ambiente físico:
El niño con hiperactividad requiere de más
atención, por lo que se sugiere que integre un
grupo reducido de alumnos y así el maestro podrá
darle el tiempo y el cuidado necesario.
El espacio físico debe ser ordenado y armónico.
Evite que el niño hiperactivo se siente frente a
muchos distractores o estímulos visuales,
como por ejemplo: carteles con imágenes,
ventanas al exterior, etc.
Procure que los compañeros que se sientan
cerca del niño hiperactivo sean niños tranquilos,
que no lo distraigan.
Pida al niño hiperactivo que ordene y limpie su
propia mesa al iniciar y terminar un trabajo.
Es importante habituarlo a mantener el orden.
Acuerdos previos:
Explique al niño, claramente y en privado, qué
conductas se esperan de él y por qué. Use
situaciones cotidianas como ejemplo de lo que
quiere conseguir. Algunos objetivos que podría
plantearle son los siguientes:
Mejorar su capacidad de concentración. Explique,
por ejemplo, que al pintar un dibujo, debe terminar
la actividad bien y procurar que todo quede pintado.
Marque tiempos para terminar la tarea.
Puede iniciar la clase con ejercicios de respiración
y relajación con todo el grupo, para favorecer la
tranquilidad.
Controlar sus conductas impulsivas. Por ejemplo,
pídale que en lugar de gritar lo que se le
ocurra en cualquier momento, levante la mano.
Mejorar la interacción social. Por ejemplo,
recuérdele que en lugar de quitarle el borrador
al compañero de al lado, debe pedírselo prestado.
Estas pautas de conducta deben ser generales y
conocidas por todos los niños.
Explíquele qué sucederá si no observa la conducta
requerida. No se trata de amenazarlo sino de
establecer un código que se pueda usar para
llamarle la atención sin que el grupo se
entere. Por ejemplo, advertirle que si está
hablando a gritos e interrumpiendo, usted le
pondrá la mano en el hombro para recordarle
el compromiso que han hecho.
Preparación de clase
Tenga en cuenta que el niño con hiperactividad se
fatigará más rápido que el resto de niños pues
su capacidad de atención es menor. Aunque no siempre es posible, trate de preparar actividades alternativas, de menor
duración para él.
Incorpore a las actividades del niño abundante
material tactil con el que se puedan hacer
ejercicios prácticos para mejorar la comprensión.
Elabore registros diarios para anotar sus
observaciones sobre la conducta y el trabajo
del niño. Revise y comente estos registros con
él. Siempre haga hincapié en los logros, es
fundamental reconocer las cosas que ha hecho
correctamente.
Día a día
Trate de que las órdenes que le da sean simples y
breves, mantenga el contacto visual mientras le
habla.
Después de darle la orden, puede pedirle que repita
en voz alta lo que debe hacer, pero cuide de no
hacerle repetir todo, todo el tiempo.
Evite insistir en lo que el niño hace mal o en
llamarle la atención públicamente.
Exija pequeñas cosas. Si han acordado que
debe terminar los trabajos, supervise exclusivamente
eso. Ya llegará el momento de pedirle que
mejore la letra y la presentación, pero no acumule
exigencias.
Premie las conductas positivas y las pequeñas
tareas bien realizadas. Son recomendables
los refuerzos sociales como una felicitación
pública, una caricia en la cabeza o un aplauso
de la clase. También le puede ofrecer alguna
distinción como pedirle que le ayude a borrar
la pizarra o a traer los cuadernos.
Al confiarle un encargo o una responsabilidad,
no permita que deje esa actividad inconclusa.
Solo si cumple satisfactoriamente, usted le
demostrará su confianza haciéndole otro encargo.
Trabaje la integración con el grupo e insista
en valores como el respeto y la tolerancia.
Permítale participar en todas las actividades
grupales, siempre recordándole cumplir las reglas.
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