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martes, 12 de junio de 2012

“A los 14 años comencé a beber AGUARDIENTE MATA.


09/06/2012 | 6:06 PM
(Karlys Hurtado) “A los 14 años comencé a beber. La primera noche que tuve contacto con el licor me embriagué y tuve una laguna mental, perdiendo el control e incluso hasta la noción del tiempo, al punto de olvidar al día siguiente lo que había pasado. A raíz de esa primera borrachera se desencadenaron en mi vida una serie de acontecimientos que me marcaron para siempre”.

De esta manera se expresó Norma, una mujer de 48 años que vivió la terrible experiencia de convertirse en alcohólica, y que actualmente cuenta con 22 años de haber dejado de consumir licor tras ingresar a los grupos de Alcohólicos Anónimos (AA).

“Inicialmente comencé a probar bebidas suaves y luego cambié a las más fuertes, que causaban cambios en mi personalidad, pues de ser una persona tímida, cuando tomaba era más alegre y divertida, y en ocasiones era agresiva o me deprimía, siempre había un trastorno”, afirmó.

Norma explica que antes de llegar a Alcohólicos Anónimos, transcurrieron 13 años en los cuales vivió una serie de conflictos emocionales que la llevaron a cometer actos indebidos. “Fui una mujer frustrada y no sabía por qué”, dijo.

“Tenía problemas con todo el mundo, y nadie me quería, incluso caí en la promiscuidad, ya era conocida como la chica fácil, ‘mango bajito’, y cuando cumplí los 17 años me convertí en madre soltera; no pasó mucho tiempo y a los 19 llegó mi segundo hijo”, comenta.

La llegada de los niños no frenó el alcoholismo de Norma, tener que trabajar para mantener a sus hijos, agudizó su deseo por consumir algo. “Yo estaba cansada y quería divertirme, sentía que yo merecía tomarme unos tragos y salir de rumba los fines de semana porque durante los demás días sólo trabajaba; para mí tomar era un premio”, acotó.

Relata que con el tiempo esta situación fue causando severos daños psicológicos en sus niños, de apenas 4 y 6 años, quienes con lágrimas en los ojos le pedían que no consumiera más alcohol. “Esto marcó mi vida, el daño que le causé a mis hijos fue terrible, eran tan pequeños y ellos sí notaban el daño que me causaba tomar, siempre me lo decían porque me veían como un monstruo y a mí no me importaba”, recuerda.

Para Norma no existían barreras cuando sentía la necesidad de ingerir alcohol. “Si no tenía quién cuidara a los niños, yo me los llevaba, supuestamente para compartir con ellos, pero siempre terminaba poniendo la torta y era la burla de todos delante de mis hijos”.

Una luz en el camino
“Cuando pensé que estaba perdida y que mi vida se había terminado, pues parecía que me habían diagnosticado como una enfermedad terminal, no tenía ningún tipo de ánimo porque ya estaba aislada de todo, nadie me quería, creí que no había una salida, y gracias a Dios en el año 1990 conocí a la comunidad de Alcohólicos Anónimos”, rememora.

Norma al igual que muchos alcohólicos desconocía que padecía la enfermedad. “Yo no sabía que eso era alcoholismo y poco a poco fui entendiendo que la vida que llevaba la podía cambiar y que no estaba perdida, a pesar de haber cometido muchas locuras apenas con 26 años”.

Refiere que al entrar en un grupo de Alcohólicos Anónimos ubicado en Acarigua, se identificó con la historia de las mujeres que allí se encontraban. “Me di cuenta que mi problema era igual al de ellas y entendí que mis cambios de personalidad y ese deseo de beber sin importar nada, no eran normales”, indicó.

Añade que nunca consideró que el programa de Alcohólicos Anónimos fuese para ella. “Porque yo soy mujer, porque era pobre, muchas cosas absurdas, (…) ya que esta es una enfermedad que no distingue, entre sexo, ni condición social, y en esta comunidad nos brindan la ayuda que necesitamos”, dijo.

Cómo funciona
El programa de AA funciona a través de un plan de 24 horas, de una manera fácil y sencilla a través de la frase “Por hoy yo no bebo”. “Desde entonces he ido sumando días sin probar una gota de alcohol, llegando a 22 años y con una vida plena, que quizá nunca hubiese disfrutado si no hubiese dejado de beber”, subraya.

En el grupo la enseñaron a conocer cuál es su misión en la vida y lo más importante de saber vivir. “Cambié totalmente, me casé, tengo a mis hijos, valoro a mi familia, estudié y soy profesional de la educación; tengo mi trabajo estable y llevo una vida plena, con sus altibajos, pero tranquila porque lo más importante es que me tracé metas que he podido cumplir”.

Un mensaje 

Tras haber vivido una experiencia dramática como enferma alcohólica, Norma envió un mensaje de reflexión a todas las jóvenes que se inician en el consumo de bebidas a temprana edad.

“Deben informarse sobre los daños que causa el alcohol tanto física como emocionalmente, porque realmente destroza las emociones y los proyectos de vida que cualquiera se plantea, lo digo porque yo siempre tuve sueños, pero mi enfermedad no me permitía realizarlos”, aseguró.

En todo el mundo
Alcohólicos Anónimos es una comunidad sin fines de lucro, creada el 10 de junio de 1935, en Akron (Ohio, EE.UU.), en una reunión entre Bill W. y Dr. Bob. Ambos eran alcohólicos y descubrieron que a través del compartir sus experiencias podrían encontrar una salida a la enfermedad.

Hoy a sus 77 años de fundada, esta organización establecida en casi todos los países del mundo, ha logrado recuperar el mayor número de alcohólicos, a través de su programa de 12 pasos, el cual está abierto a todas aquellas personas que cedan fácilmente al licor y que deseen por voluntad propia dejar de beber.

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