En la primaria y en el bachillerato se nos enseña que los nombres propios no tienen ortografía, lo cual es medianamente cierto, dado que, aunque nadie nos puede imponer la forma de escribirlos, hay una manera propia de hacerlo. Otra cosa es que alguien por frivolidad, por ignorancia o por otra razón los escriba de forma arbitraria, como el caso de los que escriben Mharía, Shiomara o Amilkar, pese a que originalmente tienen otra grafía. En el artículo de hoy, por una amable sugerencia de mi estimado amigo Thelmo Travieso, me referiré al hecho de la proliferación de anuncios publicitarios en los que aparecen nombres de establecimientos comerciales y otras razones sociales, en los que de manera inmisericorde se ultraja nuestro idioma.
La intención es llamar la atención en virtud de que se tome conciencia del daño que se le ocasiona a la unidad lingüística. Por mi parte pongo a disposición de los lectores las direcciones de correo electrónico para que los interesados puedan enviar ejemplos concretos y recomendaciones, con la finalidad de recopilarlos para, luego de la asesoría correspondiente, elaborar un documento en el que se inste a la Asamblea Nacional, al Ministerio de Educación y a cualquier otro ente oficial, para en los registros de comercio se establezca el carácter obligatorio de utilizar los nombres con las palabras que les corresponden en español, al menos de que se trate de nombres extranjeros, para lo cual privará la grafía de origen. Ya cuento con la asesoría de expertos en varias disciplinas, con quienes elaboraré el material para presentarlo a consideración de las instituciones arriba mencionadas.
¿Qué sentido tiene, por ejemplo, escribir “Kalor”, “Kriollismo”, “Ce vende”, “Passion” o “Kañas Bodegón”? Alguien pudiera justificar el uso y diría que así se llama la atención; pero considero que la mejor forma de llamar la atención es hacer el trabajo de la mejor manera; es demostrar creatividad y denotar gran gusto por las cosas, sobre todo en un aspecto tan importante como lo es la publicidad. Para tal fin, la ortografía es un factor primordial, pues dice mucho de quien la crea. Un letrero comercial con errores ortográficos da un mal aspecto e influye enormemente en la ortografía de las personas que reciben un mensaje por medio de este, puesto que pertenecemos a una cultura muy visual. Para algunas empresas el hecho de jugar con las palabras (lo cual realmente es considerado un estilo publicitario), el sentido de las frases o incluso con la ortografía es mera estrategia publicitaria, ya que se da por hecho que la gente lo notará, pues consideran que tiene un acervo cultural considerable como para darse cuenta del error y que éste le llame la atención; lo peor de este asunto radica es que muchas personas llegan a pensar que, si así está escrito, debe estar bien; por lo que conviene tener cuidado, dado que no todos tenemos la capacidad de asimilar cada caso. Una cosa es jugar con las palabras y crear situaciones graciosas fácilmente entendibles, y otra es la deformación de las palabras, so pretexto de que así se llama más la atención y se vende más
La intención es llamar la atención en virtud de que se tome conciencia del daño que se le ocasiona a la unidad lingüística. Por mi parte pongo a disposición de los lectores las direcciones de correo electrónico para que los interesados puedan enviar ejemplos concretos y recomendaciones, con la finalidad de recopilarlos para, luego de la asesoría correspondiente, elaborar un documento en el que se inste a la Asamblea Nacional, al Ministerio de Educación y a cualquier otro ente oficial, para en los registros de comercio se establezca el carácter obligatorio de utilizar los nombres con las palabras que les corresponden en español, al menos de que se trate de nombres extranjeros, para lo cual privará la grafía de origen. Ya cuento con la asesoría de expertos en varias disciplinas, con quienes elaboraré el material para presentarlo a consideración de las instituciones arriba mencionadas.
¿Qué sentido tiene, por ejemplo, escribir “Kalor”, “Kriollismo”, “Ce vende”, “Passion” o “Kañas Bodegón”? Alguien pudiera justificar el uso y diría que así se llama la atención; pero considero que la mejor forma de llamar la atención es hacer el trabajo de la mejor manera; es demostrar creatividad y denotar gran gusto por las cosas, sobre todo en un aspecto tan importante como lo es la publicidad. Para tal fin, la ortografía es un factor primordial, pues dice mucho de quien la crea. Un letrero comercial con errores ortográficos da un mal aspecto e influye enormemente en la ortografía de las personas que reciben un mensaje por medio de este, puesto que pertenecemos a una cultura muy visual. Para algunas empresas el hecho de jugar con las palabras (lo cual realmente es considerado un estilo publicitario), el sentido de las frases o incluso con la ortografía es mera estrategia publicitaria, ya que se da por hecho que la gente lo notará, pues consideran que tiene un acervo cultural considerable como para darse cuenta del error y que éste le llame la atención; lo peor de este asunto radica es que muchas personas llegan a pensar que, si así está escrito, debe estar bien; por lo que conviene tener cuidado, dado que no todos tenemos la capacidad de asimilar cada caso. Una cosa es jugar con las palabras y crear situaciones graciosas fácilmente entendibles, y otra es la deformación de las palabras, so pretexto de que así se llama más la atención y se vende más
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