1. Paradojas del presente y análisis de Marx:
la actualidad de la explotación capitalista
Planteamos de inmediato algunos conceptos claves del análisis
de Marx, aunque para aquellos lectores que quieren mostrarse “sofisticados”,
aclaramos que toda esta exposición, necesariamente,
contiene un carácter sintético, y por tanto, de alguna manera, de
aproximación; lo importante en este artículo es que el lector comprenda
de manera simple la actualidad, la coherencia lógica del
análisis de Marx y su fuerte capacidad de ser hasta hoy pensamiento-
guía para la superación del capitalismo. La “economía política”
clásica a partir de Smith y Ricardo, si bien por un lado colocaba de
manera revolucionaria el trabajo en la base del progreso humano,
por el otro, sin embargo, identificaba al sistema capitalista, fundado
sobre la propiedad privada de los medios de producción y sobre el
trabajo asalariado, como único sistema económico racional y por
tanto, natural. En tales presupuestos teóricos se inserta el estudio y
el crecimiento del pensamiento de Marx.
* Procedencia del texto:
http://www.cubaliteraria.cu/revista/sitio_ma3/pages/ultimo.html
** Profesor en la Facultad de Ciencias Estadísticas, Universidad «La Sapienza», Director
Científico del Centro Estudio CESTES (Centro Studi Trasformazioni Economico
Sociali ) y de la revista PROTEO (rivista scientifica a cura del CESTES e
delle Rappresentanze Sindacali di Base RdB)
La primera y fundamental mistificación de la “economía política”,
según Marx, es la de hacer pasar un cierto tipo de economía, una
forma social particular de la reproducción humana, por “la economía”
y “la sociedad”. La economía política no ve el capitalismo
como una realización histórica, aunque en cuanto a esta, si ha tenido
un inicio, tendrá seguramente un final.
Para aclarar esta contradicción, en sus Manuscritos económicofilosóficos
Marx usa los resultados del despiadado análisis al que la
“economía política” somete a la sociedad industrial moderna. Los
teóricos de la “economía política” afirman que el valor de una mercancía
está dado por el trabajo socialmente necesario para producirla,
pero del mismo modo, demuestran que con el salario al obrero
le llega solo una pequeñísima parte del producto del trabajo. Al
mismo tiempo, el salario es el precio de la venta de sí mismo que el
trabajador está obligado a hacer, aceptando así, bajo la máscara de
un contrato libre, una esclavitud similar en los contenidos, si bien
no en la forma, a aquella antigua de la sociedad esclavista.
Marx prueba sobre una base rigurosamente científica -partiendo de
las consecuencias de su análisis de la teoría del valor- que, a diferencia
de todas las demás mercancías, el valor de la fuerza de trabajo
está compuesto de dos elementos, incorporando en sí el plusvalor.
Por tanto, tras haber desarrollado la teoría del plusvalor,
Marx revela de manera rigurosamente científica, por primera vez
en la historia de la ciencia económica, el mecanismo de la explotación
capitalista, partiendo del análisis del capital como trabajo
apropiado, no pagado a la clase obrera.
Pero Marx fue más allá, mostrando que la apropiación, por parte de
los capitalistas, del trabajo no pagado de los obreros, era conforme
a las leyes internas del capitalismo.
Esto es aún más cierto hoy en el momento en que subsisten elementos
típicos de los procesos fordistas; más bien el llamado modelo
posfordista típico del área central de los países de capitalismo
avanzado convive con un modelo típico todavía fordista de la periferia
y hasta con modelos esclavistas de los países de la periferia
extrema (donde por periferia extrema se entienden también algunas
áreas marginales del centro). Todo esto, porque hoy conviven
las distintas caras de un mismo modo de producción capitalista
siempre basado en la extorsión de plusvalor y plustrabajo y de una
clase de trabajadores sometida a la explotación capitalista, subordinada
al orden capitalista.
En este sentido se debe hablar todavía hoy de proletariado, de clase,
de movimiento obrero.
El concepto clásico de trabajo es puesto en crisis por la economía
del capital información, que representa el fundamento del capitalismo
posfordista. De hecho, la creación de valor no se funda ya
exclusivamente en la explotación del obrero de la fábrica fordista,
sino que ella proviene de toda actividad en la fábrica social generalizada,
en cualquier caso, siempre a través de la apropiación de plusvalor,
de plustrabajo.
La economía de la información controla y desarrolla el poder de la
acumulación flexible sometiendo las subjetividades sociales al poder
de las tecnologías de la información y de la comunicación que
ahora dominan, además del tiempo de trabajo directo, también el
tiempo del vivir social, en su totalidad. Con mayor razón, por tanto,
en la fase actual de la competición global se refuerza, con todo su
potencial de transformación, la contradicción capital-trabajo.
Si todo esto es cierto, entonces la sociedad capitalista no es en absoluto
un mundo de relaciones armónicas, sino que es en realidad
el sitio de una guerra general, económica, social, comercial, financiera,
guerreada; y hoy todo es más evidente en el ámbito de una
desenfrenada competición global entre polos imperialistas.
Aunque los teóricos de la economía política clásica reconocían en
ocasiones estos conflictos, sin embargo, según Marx, no comprenden
que el elemento conflictual es la esencia misma del sistema
capitalista; pero todos los fuertes contrastes que oponen los grupos
sociales componentes de la sociedad civil hallan su motivación central,
real, en el conflicto fundamental entre capital y trabajo asalariado.
De hecho, también en la fase actual el modelo de la acumulación
flexible necesita de la reestructuración y de la promoción capitalista
centrado todavía en la explotación del trabajo asalariado, con
formas diversificadas a escala internacional que explican la competición
global como conflicto abierto entre polos geoeconómicos. Es
precisamente en la articulación de tales dinámicas económicosociales,
en la posibilidad de superar la sociedad de la explotación,
que las contradicciones de clase se convierten en dominantes. Esto
sucede a partir de algunas caracterizaciones que han asumido las
modalidades de las dinámicas del desarrollo vinculadas en el ámbito
de una relación capital-trabajo, siempre dirigido al control social
interno en cada país capitalista y al enfrentamiento interno para la
determinación del dominio global a través de la extensión de las
áreas de influencia geoeconómica de los tres grandes bloques:
EE.UU., UE y Japón-componente asiático.
Por tanto, está vigente un intenso proceso de territorialización internacional
de la economía explicable no solo por fenómenos de
reestructuración y reconversión que afectan la industria, sino que
está cambiando el propio modo de presentarse que tiene el modelo
de desarrollo capitalista. Se afirma una lógica económicoproductiva
distinta, la de una nueva acumulación generalizada, cada
vez más diversificada en los modelos de producción y en la organización
del trabajo respecto a los procesos productivos precedentes,
pero que convive con los modelos de tipo industrial y que
sigue teniendo en el centro el trabajo dependiente, asalariado, con
lógicas cada vez más desenfrenadas de explotación, con extorsiones
cada vez más grandes de plusvalor absoluto y relativo.
Es precisamente, y solo esta, según la dialéctica hegeliana, la “contradicción”
que presiona de continuo hacia su “superación”.
Ya que el capital aumenta y se acumula solo a condición de crear
nuevo trabajo asalariado, es entonces en la subjetividad políticosocial
del movimiento de los trabajadores (ocupados y desocupados)
—subjetividad que se origina y crece en la conflictividad capitaltrabajo—
que se conquista la conciencia de la superación del capitalismo.
2. Lecciones de Marx para la actualidad.
En este punto todo parece claro, con una amplia convergencia y
homogeneidad de puntos de vista por parte de los marxistas, hasta
están convencidos de que se trata de elementos ya adquiridos por
quien haya enfrentado el estudio de estos argumentos. ¡Pero no es
así! Grande es la confusión bajo el cielo del análisis del posfordismo...
y la situación no es precisamente excelente si se piensa, por
ejemplo, que justo entre los marxistas se desarrollan cada vez más
las dudas acerca de la necesidad, y no solo acerca de las posibilidades,
de entender cómo madura la condición en la que el capital tiene
fuertes dificultades de mediar el desarrollo y, por tanto, extraer
de él la conclusión de que un punto irrenunciable del movimiento
de los trabajadores es el de moverse en la línea de las posibilidades
de transformar las relaciones de propiedad, a partir de la transformación
de las relaciones sociales para construir otras relaciones
que tengan como referencia el escapar del capitalismo.
Desde que vio la luz el Libro III de El capital se han evidenciado una
serie de contradicciones; de críticas que sin duda han partido del
problema de qué es el valor y de cómo se mide, pasando por el
cuestionamiento del valor científico del análisis hecho por Marx de
la explotación, hasta arribar a la crítica llamada de la “circularidad”.
En efecto, tales argumentaciones son también las que he escuchado
en la jornada internacional de estudio del Laboratorio para la Crítica
Social del 21 de mayo de 2004 último en la Universidad de Roma
“La Sapienza”, en ocasión de la presentación del libro Un viejo falso
problema. La transformación de los valores en precios en El capital
de Marx.(1)
Es precisamente acerca de la teoría del valor, del supuesto problema
de la transformación del valor en precios, hasta llegar al análisis
actual de la forma del trabajo asalariado y de su consistencia cuantitativa
y cualitativa y, por tanto, del acercamiento científico a la
teoría de la explotación, que se juega la partida teórica de las posibilidades
de la transformación político-económico-social y de la
superación del capitalismo.
2.1 Posfordismo y modelos de flexibilización del trabajo y de la
vida social
Para comprender la fase actual de la competición global es determinante,
como siempre, conectarla con el análisis de la organización
del ciclo productivo, de las características del tejido productivo
y social, del papel del Estado, de las relaciones entre las áreas
internacionales y de su estructura económica, de los intereses globales
de dominio y de expansión que determinan el conflicto interimperialista.
Todas estas problemáticas fuertemente conectadas, a
menudo hasta dependientes, del importantísimo paso de la era fordista
a la llamada posfordista.
La teoría económica de Marx, como por lo demás la doctrina
marxista en su conjunto, se caracteriza por una clara naturaleza
social propia, por una tendencia a la acción, a la práctica, por un
vínculo íntimo entre teoría y praxis. Para los marxistas conocer el
mundo siempre ha significado transformarlo. Las leyes económicas
objetivas de la sociedad capitalista se manifiestan en el curso de la
lucha de clase por escapar del capitalismo.
Correspondió precisamente a Engels y a Marx hallar una teoría
económica y política que desmantelara los viejos esquemas; una
1 Un vecchio falso problema. La trasformazione dei valori in prezzi nel Capitale di
Marx, a cargo de quien escribe y con ensayos de Cachedi, Freeman, Kliman, Giussani
y Ramos, Ed. Mediaprint, 2002.
teoría capaz de adaptarse y de ponerse en relación dialéctica en
cada momento con la realidad de clase. Y esto nos lleva a la actualidad
de Marx en el análisis del presente conflicto capital-trabajo a
partir de la composición de clase de hoy. Vamos a detenernos en
algunos pasajes de gran actualidad.
Recorriendo muy esquemáticamente las últimas fases políticoeconómicas
resulta que, ya a partir del inicio de los años 70, comienza
a desvanecerse ese contubernio entre sistema productivo
fordista y modelos keynesianos a través de los cuales el Estado realizaba
un contexto global de mediación, regulación, cooptación y
compresión del conflicto social. El intenso proceso de industrialización
fordista se desplaza así hacia nuevos mercados, especialmente
del Sudeste Asiático y de la Europa Centro-Oriental, aumentando la
competición internacional y cuestionando la leadership estadounidense.
En los últimos veinticinco años el modelo consolidado de democracia
capitalista, nacido en los Estados Unidos con el fordismo, en
todos sus distintos modos de presentación, se ha disuelto, borrando
ese concepto de sociedad civil y de civilización que había inaugurado
el ingreso a la modernidad capitalista, causando la desintegración
de toda la estructura productiva preexistente y destruyendo
las formas mismas de convivencia civil, determinadas por el modelo
de regulación y mediación social de forma keynesiana. Formas de
convivencia civil, social y sobre todo económica que, de cualquier
manera, eran todas ellas internas a la lógica constitutiva del modo
de producción capitalista, con relaciones de clase que, en esencia,
condicionan igualmente la existencia de los trabajadores en la misma
forma de algunos decenios atrás o de la fase actual, que, con razón o
sin ella, llamamos era posfordista.
El derrumbe del modelo fordista ha llevado al surgimiento de nuevos
modelos de acumulación flexible. El principio que guía este
modelo está basado en el hecho de que al ser la demanda la que
establece la producción en relación con modelos de conflictualidad
global y competencia desenfrenada —aunque a menudo imperfecta—
esto trae como consecuencia que la competición se basa cada
vez más en la calidad del producto, la calidad del trabajo, en un
modelo cada vez más caracterizado por recursos inmateriales del
capital intangible. Una estructuración del capital que va acompañada
del trabajo manual subpagado, distribuido en el territorio y cada
vez con mayor frecuencia no reglamentado, y de servicios externalizados
y de escaso contenido de garantías que permiten su uso, y
no ya basado en las conexiones entre cantidad producida y precio
(elementos típicos del fordismo).
La crisis del sistema, debida al proceso de transformación del trabajo
en la sociedad posfordista, puede ser también explicada por
este contexto de desarrollo del trabajo de predominante contenido
inmaterial. De hecho, este tipo de trabajo se caracteriza: extensivamente
mediante la forma de cooptación social que va más allá de
la fábrica y del trabajo productivo, e intensamente a través de la
comunicación y de la información, recursos del capital de la abstracción
o intangible. El trabajo inmaterial es entendido como un
trabajo que produce el “contenido informativo y cultural de la mercancía”,
que modifica el trabajo obrero en la industria y en el sector
terciario, donde las funciones son subordinadas a la capacidad de
tratamiento de la información, de la comunicación, horizontal y
vertical. ¡Pero sigue siendo trabajo asalariado!
Se viene definiendo un nuevo ciclo productivo ligado a la producción
inmaterial que muestra cómo la empresa y la economía postindustrial
y posfordista están fundadas en el tratamiento del capital
información. Esto provoca una profunda modificación de la empresa
ya estructurada en las estrategias de venta y en la relación
con el consumidor, que lleva a considerar el producto primero bajo
el aspecto de la venta y después bajo el de la producción. Tal estrategia
se basa en la producción y consumo de capital información,
utilizando la comunicación desviadora y el marketing social para
recoger y hacer circular información con vistas a un condicionamiento
social global.
No se trata entonces de un simple proceso de desindustrialización,
de una de las tantas crisis del capitalismo, sino de una radical
transformación de este que golpea toda la sociedad, que crea nuevas
necesidades, de una concepción de la calidad del desarrollo, de
la calidad de la vida que induce a distintos comportamientos socioeconómicos
de la colectividad, impuestos por la flexibilidad de la
empresa difundida en el tejido social, respecto a los de la sociedad
industrialista, basada en la centralidad de la fábrica y con una intervención
del Estado en economía que, lejos de determinar una
forma de las relaciones diferentes respecto al capitalismo, en esencia
lo ha defendido, facilitándole la salida de las crisis.
En particular, de los resultados de distintos análisis que hemos realizado
en la revista Proteo,2 junto a las Representaciones Sindicales
de Base, emerge un sector terciario que interactúa y se integra cada
vez más con las demás actividades productivas, especialmente con
las industriales. Se determina, por lo tanto, un nuevo modelo localizador
de desarrollo, que hemos definido en otros escritos como
tejido a multinivel de irradiación terciaria, que se asocia al modelo
de flexibilización de la vida social impuesto por una empresa difundida
socialmente en el sistema territorial. Es decir, se trata de
un sector terciario que va acompañado por externalidades del ciclo
productivo y por un modelo de flexibilidad general que ha venido
asumiendo un papel cada vez más estimulante del modelo de desarrollo
económico, no explicable solo por simples procesos de desindustrialización
o de reestructuración y reconversión industrial,
sino por las exigencias de reestructuración y diversificación global
del modelo de capitalismo.
De estos análisis se desprende que nos encontramos en una fase de
transición aún en vías de definición, pero que presenta de cualquier
modo, rasgos bien claros. Hay un aumento de la producción de servicios
respecto a la de los bienes materiales, pero esto sucede sobre
todo con procesos de externalización de los servicios y de fases del
2 2 Proteo, Revista a cargo del CESTES (Centro de Estudios de las Transformaciones
Económico-Sociales).
proceso productivo con bajo valor agregado, basados en una superexplotación
del trabajo. Un trabajo a menudo obtenido a través
de procesos de distribución internacionales, en busca de formas de
trabajo de escaso contenido de derechos y de bajísimo salario; esto
va acompañado de una fuerte presencia de trabajos intelectuales y
técnico-profesionales a menudo tan precarios como los manuales y
repetitivos.
Pero todo más referido aún a procesos de valorización del capital en
su relación de clase, por tanto, contrapuesta al trabajo vivo, reproduciendo
trabajo asalariado con el fin de multiplicarse.
No se trata, por tanto, de ignorar los cambios ocurridos en los procesos
productivos y en la configuración de las subjetividades del
trabajo, del no trabajo, del trabajo negado, sino confirmar que la
crisis del capitalismo de superproducción, de acumulación, de expansividad
tiene como posibilidad última de escape la potencialidad
crítica del trabajo asalariado a partir de un fuerte movimiento sindical
que se mueva en y por los procesos de recomposición de clase, es
decir, de todo el segmento social que está sometido de diversas formas
a la condición de explotación capitalista, en el puesto de trabajo
y en todo la vida social. En este sentido un papel de punta y de ruptura
se desarrolla ya desde hace largos años por parte del sindicalismo
de base, en particular por las Representaciones Sindicales de
Base, que hacen de la independencia, de la autonomía y de la relación
de clase el núcleo de la iniciativa político-sindical.
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