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lunes, 14 de mayo de 2012

La coma del vocativo y otra más

Dentro de la escritura existen aspectos que en muchos casos ofrecen dificultades a la hora de redactar con propiedad, pues la forma como han sido enseñados no fue suficiente, dado que algunos lo aprendieron para aprobar un examen y hoy día no recuerdan esa enseñanza.

 Es por eso que incurren en impropiedades que denuncian el desconocimiento o descuido. Solo con la práctica constante de la lectura y la escritura se adquiere facilidad en el manejo. La tilde y los signos de puntuación son quizás los elementos que más inspiran terror en cualquier redactor descuidado, pues como lo dije antes, la forma en que nos lo enseñaron fue muy somera. Hoy hablaré de dos usos fundamentales de la coma, en los que –a mi entender-, se incurre frecuentemente en despropósito. Me refiero a la coma del vocativo y al uso que debe dársela cuando se debe separar el nombre del cargo y este del nombre.  
La coma tiene muchos usos; pero muchos autores han resumido el asunto en unos pocos. El gramático mexicano Sandro Cohen, en su libro “Redacción sin dolor”, basa el tema en 10 usos: “entre elementos en serie; entre frases u oraciones de construcción semejante; antes y después de una inversión sintáctica; antes y después de un vocativo; antes y después de una oración parentética; antes y después de ciertas conjunciones, adverbios o locuciones adverbiales; después de oraciones que contienen participios o gerundios, cuando la proposición se inicia con estas; antes de conjunciones que sirven de nexo entre dos oraciones yuxtapuestas, y en lugar de verbos suprimidos (elipsis); después de sujetos que incluyen oraciones subordinadas, o de aquellos sujetos de construcciones complejas o extensas; cuando, dentro de una proposición, es necesario separar oraciones para evitar confusiones o ambigüedades”. He citado textualmente el criterio de Cohen, de allí que el sentido del entrecomillado sea obvio. Además, he utilizado el punto y coma en la enumeración para evitar confusiones.

El vocativo es la forma que se emplea para invocar, llamar o nombrar a una persona o cosa personificada, de acuerdo con la definición que da el Drae. Se usa mediante nombre, pronombre de segunda persona (tú, vosotros, usted o ustedes) título o apodo. Si ocurre en primera instancia, se coloca una coma después; si viniera en medio de la oración, habría coma antes y después. Si el vocativo está al final, solo llevará una coma antes: “Víctor, entrégame ese examen”; “Entrégame, Víctor, ese examen” y “Entrégame ese examen, Víctor”. En cuanto a la separación del nombre del cargo y este del nombre, con el ejemplo que coloco, quedará disipada cualquier duda: “Justo Brito, Presidente; Juan Tabares, Director General; Melquíades Gamarra, Asesor Jurídico; Lorenzo Barquero, Director de Relaciones Públicas”, Entre otras.


 Esa es la forma de evitar confusiones y que el lector sepa el cargo y responsabilidad que ocupa o habrá de ocupar la persona señalada. En la mayoría de los casos no se hace de esa manera, y solo por adivinación podría uno saber de qué se trata.

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