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miércoles, 30 de mayo de 2012

¿COMO ES LA EDUCACIÓN QUE TENEMOS?

¿COMO ES LA EDUCACIÓN QUE TENEMOS EN VENEZUELA?

Acarigua, Mayo 2012
AUTOR: LICENCIADO MIGUEL HERNANDEZ
HTPP://040366MIGUELITO.BLOGSPOT.COM                        miguelito8089658@hotmail.com
PLAN DE FORMACIÓN PERMANENTE DE LAS Y LOS DOCENTES



Durante la cuarta República:
La educación venezolana ha devenido en un gigantesco fraude con respecto a las expectativas que el país ha colocado en ella en cuanto instrumento de democratización, de progreso y de modernización de la sociedad. Apenas un tercio de los alumnos que ingresan al primer grado logran culminar su educación básica, limitándosele grandemente a los excluidos del sistema escolar su participación futura en la vida ciudadana y en el campo laboral.
Pero no sólo fracasan los que abandonan tempranamente las aulas sin tener la  preparación básica Los que continúan y logran terminar esa primera fase de su formación o incluso la segunda, la educación media, en su inmensa mayoría están mal capacitados en cuanto a habilidades intelectuales, Así, por ejemplo, la investigación realizada por el CENAMEC sobre los conocimientos matemáticos de los alumnos que finalizaban la educación básica en 1984, arrojó que la media de tales conocimientos no llegaba a cinco puntos en una escala de cero a cincuenta. Eso equivale a obtener un promedio de dos puntos en la escala de cero a veinte. Y a pesar de las reservas y matizaciones que necesariamente hay que hacerle, en una investigación comparada entre 31 países que realizó el Instituto Internacional para la Evaluación del Progreso Escolar, para fines de los años ochenta,  sobre habilidades de comprensión de lectura, también entre los alumnos que culminaban su educación básica, se reveló que nuestros estudiantes pertenecían al último estrato en cuanto a tal capacidad, apenas superando levemente a tres países del continente africano.
A este fracaso extremo en la formación intelectual de aquellos que finalizan su educación básica y media se unen dos grandes carencias o perversiones tan o más importantes que la anterior.
La primera, es que el sistema escolar no está logrando la conformación en la personalidad de sus egresados de los valores y actitudes que la Constitución Nacional y la Ley Orgánica de Educación establecen entre los grandes fines de la educación. Esos valores y actitudes tales como el sentido de la honestidad, el respeto a los demás, la solidaridad, el aprecio por el trabajo perseverante, el espíritu crítico, la creatividad, no están siendo estimulados y reforzados por un sistema escolar que se miente a sí mismo y al país en relación con sus logros puesto que, segregando a las mayorías, ni siquiera es capaz  de formar bien a los que en él continúan. La moral que se está aprendiendo, por tanto, es la del mínimo esfuerzo, la del «más o menos», la moral de la mediocridad.
La otra gran debilidad o perversión es que el sistema escolar tampoco está capacitando para el trabajo. Y ello no sólo porque apenas cerca del 20 por ciento de los estudiantes de educación media cursa estudios técnicos o en menciones del diversificado, mientras que el 80 por ciento continúa cursando Ciencias o Humanidades. Sino sobre todo porque la capacitación para el trabajo, más que ser un asunto de conocimientos o destrezas específicas, contemporáneamente se entiende como relativa al apresto de habilidades intelectuales básicas  y a la consolidación en la personalidad de actitudes y valores favorables al trabajo, que no se están logrando. El modo de funcionamiento del sistema escolar explica en gran medida los negativos rasgos señalados anteriormente. Ese sistema, sintéticamente hablando, se articula en torno a tres grandes funciones: la de ejecución, la de control y supervisión, y la de definición de políticas, planificación y toma de decisiones.
La de ejecución se realiza en los planteles y en las aulas. Es ejercida casi en exclusividad por los docentes, en la medida en que las comunidades educativas son normalmente las «convidadas de piedra» en el proceso y que los estudiantes suelen ser considerados en la práctica como meros receptores de una enseñanza y no como agentes de su propia formación. La función de control y supervisión es ejercida por los directores, supervisores y directivos de zonas educativas y direcciones estadales de educación. En este nivel se aprecian grandes desfases que brevemente se enunciarán: los directores conducen poco el proceso pedagógico porque los atosiga el papeleo administrativo y carecen de competencias básicas que deberían tener en cuanto al manejo de su equipo. Los supervisores son excesivos, están mal distribuidos y han perdido como cuerpo el sentido primordial de su función: estimular y orientar las mejoras del proceso educativo. Entre las zonas educativas y las direcciones estadales de educación no existe  la suficiente comunicación y coordinación y las primeras no tienen, a pesar de las directrices de desconcentración que se establecieron hace ya un cuarto de siglo, suficientes competencias para atender y resolver sus problemas y necesidades. Las funciones de definición de políticas, de planificación y evaluación, son las pertinentes al nivel central del Ministerio de Educación, las cuales ha venido realizando con muy precaria investigación sobre los procesos y con una limitada información relevante.
Lo que se planifica y decide a nivel central se hace, por lo tanto, muy aleatoriamente. Lo que sí se ha ejercido es un estricto control desde el punto de vista clientelista-partidista sobre los ingresos, traslados y egresos del personal. Ocupando tantas energías en tan nefasta tarea y en otras tan aldeanas como la revisión, una por una, de la programación docente anual de cada plantel, el nivel central del Ministerio ha dejado de ser el inspirador y orientador de la renovación institucional  y pedagógica y el evaluador de los factores que intervienen en el proceso educativo en orden a promover la constante mejora de su calidad.
Pero este sintético y descarnado diagnóstico estaría incompleto si no planteásemos ante el país que no está todo perdido. Porque si bien los problemas son inmensos y la tarea a realizar vasta y exigente, tenemos la convicción de que es posible realizarla. ¿Con qué y con quiénes contamos? Con muchos, con miles de docentes, ubicados en los más variados roles dentro del sistema escolar, que no han perdido, en medio  del deterioro progresivo que lo ha  venido debilitando, su mística y su capacidad de innovar para mejorar y transformar.
Son muchos más de lo que se cree los educadores que han sostenido lo sano que le queda a este sistema. Unos cuantos están  en los planteles de calidad, oficiales y privados, que se han mantenido o desarrollado. Muchos más están dispersos en los planteles de la educación en deterioro. Con ellos en primer lugar y con una política de estímulo hacia los que se han dejado vencer temporalmente por las dificultades  y la rutina, iniciaremos la rehabilitación de nuestro sistema escolar.
Y también con la reserva de las inquietudes existentes entre los padres y representantes y entre los estudiantes creemos posible iniciar el cambio necesario, de acuerdo con los objetivos, las políticas y las líneas de trabajo que se expresarán.
QUE DA DE PARTE DE NOSOTROS QUE TRANSFORMEMOS EL SISTEMA EDUCATIVO EN ESTE NUEVO MOMENTO HISTÓRICO QUE NOS HA TOCADO VIVIR.
LO ESTAMOS LOGRANDO
PROF. MIGUEL HERNANDEZ.
 
 






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