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lunes, 3 de abril de 2023

SEMANA SANTA 2023

 Fuente: ANTONIO Pérez Esclarín 

antonioperezesclarin publicó:" Si somos coherentes con la celebración de la Semana Santa, y aunque estemos tratandode descansar y relajarnos de tantos problemas y penalidades, deberíamos apartar algúntiempo para asomarnos a la hondura del amor y la entrega de Jesús, que llevó hasta la" Antonio Pérez Esclarín SEMANA SANTA 


antonioperezesclarin


Abr 3 


Si somos coherentes con la celebración de la Semana Santa, y aunque estemos tratando

de descansar y relajarnos de tantos problemas y penalidades, deberíamos apartar algún

tiempo para asomarnos a la hondura del amor y la entrega de Jesús, que llevó hasta las

últimas consecuencias su proyecto de construir un mundo de justicia y fraternidad.


Photo by Rodolfo Clix on Pexels.com 


La cruz no nos revela a un Dios violento, sanguinario, que exigió el sufrimiento y

sangre de su hijo para calmar su cólera y perdonar nuestros pecados, sino nos muestra

a un Dios maternal, al servicio de la vida, que se identifica siempre con las víctimas,

no con los verdugos, que está con los que padecen el sufrimiento, no con los que lo

causan. No está nunca con los explotadores, los opresores, los violentos, sino con los

oprimidos, los explotados, los que sufren la violencia. Un Dios pacífico y no-violento,

siempre dispuesto a servir y perdonar.


En la Semana Santa, celebramos que Jesús refrendó con su propia sangre y su perdón

sus enseñanzas esenciales: la vida se salva cuando se entrega, cuando se dedica no a

competir, dominar, ganar a cualquier precio, sino a ayudar, compartir, servir. La

grandeza de una vida se mide en último término no por los conocimientos que uno

posee, ni por los títulos, riquezas, cargos o poder que uno ha acumulado, ni por el

prestigio, fama o éxito social, sino por la capacidad de servir y ayudar a los demás, por

la disposición de gastar la vida e incluso entregarla para que todos tengan vida en

abundancia.


En nuestro mundo, lo importante es triunfar, sin importar cómo; para Jesús, lo

importante es servir. En nuestro mundo, es primero el que más tiene (poder, títulos,

dinero…), para Jesús es primero el que más sirve con lo que tiene. Jesús nunca utilizó el

poder para gobernar y mandar, sino para curar, para ayudar, para salvar. No ejerció

nunca el poder sobre las personas, sino que lo orientó a humanizar la vida y aliviar los

sufrimientos, para hacer crecer la libertad y la fraternidad. El poder suele ir acompañado

de soberbia y de autoritarismo impositivo y no es capaz de cambiar los corazones.


Como suele decirse, el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente.

Jesús cree en el servicio humilde de los que buscan una sociedad mejor para todos. Por

ello, “quien quiera ser el mayor, se ha de hacer su servidor” (Mc. 9,25).


Pobres, enfermos, excluidos y despreciados se colgaban de sus labios, bebían con

avidez sus palabras en las que encontraban una respuesta a sus esperanzas y ansias de

vida. Jesús era como una fuente de agua viva en la que podían lavar sus cansancios,

limpiar sus suciedades y saciar su sed más profunda. Era una luz que guiaba sus pasos

para no perderse y encontrar el camino de la vida verdadera. Era pan que alimentaba y

daba fuerzas, vino que alegraba los corazones.


Jesús fue un perfecto anti rey, totalmente opuesto a los reyes y gobernantes de la tierra,

que entró en Jerusalén montado en un burrito como los campesinos, y no en un caballo

brioso como los conquistadores, que resumió su vida poniéndose a lavar los pies de los

discípulos y diciéndoles que así debían comportarse con sus seguidores. Un rey

coronado de espinas cuyo cetro era una caña y su manto un trapo sucio, rey que triunfó

no desde un palacio imperial sino desde la cruz de los condenados. 




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