Fotos de Psicipedagogo A Su Órden Acarigua Araure https://t.co/MMAaeC69MO
— CARMEN TERESA MOLINA (@CARMENLacatira) 16 de diciembre de 2016
Fuente: Édgar Morales Portuguesa al día.
Con fe hemos construido el Mundo. Parece un concepto bíblico o religioso, sin embargo, sin él no hemos podido mirar más allá sin esa visión que implica el esfuerzo por lograrlo. Es una fuerza interna que trasciende lo sensorial y motiva la superación y las energías del bien y la equidad.
Tener fe es una seguridad absoluta y definitiva de estar bien con Dios, tal como queremos verlo a través de cada una de nuestras creencias.
Esa fe motiva y, como dice el pasaje bíblico, “mueve montañas”.
Con ella se ha utilizado al hombre para crear poder y lograr convencer a las masas de que todo pasa porque ese es el orden establecido. Sin embargo, con el tiempo, ese mismo hombre ha visto sus dilemas y ha logrado producir cambios dentro de esa cultura que dogmatiza el concepto para reutilizarlo, ya no como herramienta de poder, sino para transformarlo.
La profundidad con que cada uno vierte esa energía en las tareas propuestas, tiene una carga de fe.
De la misma manera, se crea el conflicto existencial que diría Ortega y Gasset, cuando desaparece la fe en el hombre.
Ese momento en que la realidad se torna dura y no tiene retorno. El dilema de la vida y la muerte tiene su mayor vigencia en este aspecto. Sin embargo, vivir también situaciones de angustia y tristeza, generan un caldo de cultivo para la aparición de estos espacios de falta de fe.
Hoy, el hombre está constantemente bajo el asedio del mal y su acercamiento a la soledad, que implica la destrucción de la fe. La cotidianidad de nuestras redes sociales difunde su utopía de lo real, y es posible que Tomás de Aquino ni siquiera haya imaginado la perversidad del metaverso.
Esta mezcla en la que daños psicológicos y cuantiosos llevan a nuestra sociedad a tomar decisiones como cruzar caminos, selvas y ríos profundos en pos de esa quimera de vivir mejor, tiene una carga inspirada.
por la lucha contra la fe. De hecho, el poder político parece conspirar a favor de estas movilizaciones de personas más allá de fronteras que antes parecían imposibles.
Y digo esto, porque lo vivimos en nuestro país, como un contraste de ideas, pero que no dialogan con un gobierno que ha ignorado el clamor del pueblo que implora un poco de luz para tener esa fe en el país.
No es fácil para alguien que no tiene trabajo pero tiene una familia que mantener, y aunque la tenga, no le alcanzará para nada. Tampoco es fácil para esa masa de jóvenes estudiantes de bachillerato y universitarios, que cuando miran hacia delante sólo ven las sombras de la falta de oportunidades y de una vida normal y tranquila. Eso que llaman calidad de vida se niega en nuestro país a la gran mayoría de los venezolanos, que a diario entre la falta de dinero y una economía dolarizada, ven y sienten la falta de asistencia alimentaria y de salud; mientras que en otros países aún más pobres que el nuestro, han logrado vivir mejor sin esa sombra que quiebra y acaba con la fe.
Rafael García González
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