Fotos de Psicipedagogo A Su Órden Acarigua Araure https://t.co/MMAaeC69MO— CARMEN TERESA MOLINA (@CARMENLacatira) 16 de diciembre de 2016
Por: Antonio Pérez Esclarín

Desde el momento en que el niño empieza a leer hasta el tiempo en que domina la lectura y encuentra en ella un placer y una necesidad, hay un largo proceso que la escuela debe alimentar y guiar pero que, desgraciadamente, no siempre lo hace o lo hace bien. El niño que percibe el aprendizaje de la lectura como un proceso largo, difícil, penoso, punitivo, lleno de dificultades y de una sucesiva aplicación de métodos de reeducación, no sentirá placer ni se acercará en forma espontánea a la lectura y escritura. Porque el gusto por la lectura no se desarrolla bajo presión ni como obligación, ni con libros y textos aburridos o sin sentido, cuya única utilidad es enseñar a leer: “Pilo pule la pala”, “mamá amasa la masa en la mesa”.
De ahí la necesidad de la ejercitación continua de la lectura pues, cuanto más se lee, mejor se lee. Para ello, será necesario proporcionarles a los alumnos abundantes materiales de lectura, bonitos, adaptados a las necesidades y gustos de los alumnos y de una gran variedad: cuentos, poemas, diccionarios, enciclopedias, libros de consulta, periódicos, revistas, catálogos, cancioneros, mapas, guías de teléfonos, textos escritos por los propios niños, libros de adivinanzas, chistes, refranes...
Cada escuela y, a poder ser cada aula, debe tener un tiempo y un lugar especialmente acondicionado, que invite a leer, de modo que los alumnos conciban la lectura no como un fastidio o un castigo, sino como premio.
Y no olvidemos nunca que no es fácil llegar a ser un buen lector y que uno siempre tiene las posibilidades de hacerse un lector cada vez más independiente y personal. Lector de textos y del contexto, capaz de escuchar e interpretar los gritos desgarradores de la realidad.
Pasar de lector pasivo o consumidor de textos a lector crítico de ellos y de las intenciones de sus autores. Lector de los nuevos códigos de comunicación e información, de los lenguajes audiovisuales, para procesar, utilizar y desmitificar las múltiples informaciones que nos lanzan, el sentido y sinsentido de tantas propuestas educativas, políticas, económicas y sociales. En palabras de Daniel Goldin, “el buen lector es un proyecto que todo amante de la lectura aspira cumplir. No es fácil enfrentar la ardua tarea de llegar a la buena lectura cuando no hemos aprendido vivencialmente por qué es importante la lectura en nuestra vida. Pero tampoco podremos comprender por qué es importante si antes no sentimos con claridad que los otros tienen importancia en nuestra vida, aunque hagan nuestra existencia más difícil y compleja” (Aprender a leer hoy, Espacios para la lectura, N. 3,1, 1998).
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Prof. Miguel H
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